Retrocausalidad: de la Física Cuántica a la Mente Humana

Un concepto que desafía el tiempo

En física cuántica, los experimentos de elección retardada y ciertas interpretaciones sobre el entrelazamiento han dado lugar a un debate fascinante: la posibilidad de que las decisiones tomadas en el presente influyan en cómo entendemos lo ocurrido en el pasado inmediato de un sistema. A esto se lo denomina retrocausalidad cuántica.

No significa que podamos cambiar la historia ni enviar mensajes al ayer. Lo que ocurre es que, en el mundo microscópico, el resultado de una medición actual puede redefinir cómo describimos el estado de una partícula en el instante previo. Es decir: el pasado inmediato de la partícula queda “determinado” desde el presente.


El eco psicológico: ¿podemos alterar nuestro propio pasado?

En el terreno humano, aunque el tiempo avanza de manera irreversible, hay un paralelo sugerente. La psicología de la memoria muestra que nuestros recuerdos no son registros fijos, sino reconstrucciones. Cada vez que evocamos un hecho, el cerebro lo reescribe, y la experiencia actual puede modificar el sentido que le damos.

Así, un acontecimiento vivido como doloroso en su momento puede transformarse, con el paso del tiempo y nuevas vivencias, en una lección valiosa o incluso en un motivo de orgullo. El pasado objetivo no cambia, pero el pasado subjetivo sí: lo reinterpretamos, lo dotamos de otro significado.


Filosofía del tiempo vivido

Filósofos como Henri Bergson o Paul Ricoeur ya advertían que el tiempo humano no es lineal ni rígido. Nuestra conciencia entrelaza recuerdos, presente y expectativas de futuro en una narrativa personal que siempre está en revisión.
De este modo, cada decisión actual “retrocausa” en nuestra biografía, porque nos lleva a contar nuestra historia de una manera diferente.


Un puente entre ciencia y experiencia

  • En la física cuántica, la retrocausalidad habla de partículas cuyo pasado inmediato se redefine en función de una medición presente.

  • En la psicología humana, el presente resignifica nuestro pasado, alterando cómo lo recordamos y lo narramos.

Ambos planos nos invitan a reflexionar sobre una misma idea: el tiempo no es solo una línea recta que avanza, sino una trama viva de relaciones entre pasado, presente y futuro.


“Ni en la física ni en la mente el pasado es un bloque inmóvil: cada presente lo reescribe, le da forma y lo resignifica.”


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