Los dueños del poder en Argentina: 4 claves sobre la Fundación Mediterránea que explican la crisis actual

Mientras Argentina se distrae con la política espectáculo de la Casa Rosada, las verdaderas decisiones se toman en otro lado: en centros de poder que operan fuera de los focos, diseñando el destino del país a su antojo. Lejos de las cámaras, operadores, ideólogos y economistas han manejado los hilos del futuro de Argentina durante décadas.
Uno de los más influyentes es la Fundación Mediterránea. Nacida en Córdoba, esta organización ha sido mucho más que un simple centro de estudios: ha sido una incubadora de funcionarios, una promotora de políticas económicas y, según se desprende de la historia, una máquina para consolidar poder.
Para entender la crisis actual, por qué ciertos nombres resuenan con tanta fuerza y quién podría ser el “sucesor” en un tablero político inestable, es fundamental conocer la historia no contada de esta fundación. Lo que sigue son cuatro claves para descifrar su rol en el pasado, presente y futuro del país.
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1. La deuda eterna no nació de un repollo: se fabricó en un laboratorio.
El ciclo de crisis financieras que ahoga a Argentina tiene un punto de partida claro. Durante la última dictadura cívico-militar, la Fundación Mediterránea jugó un rol central en una de las mayores transferencias de recursos de la historia del país: la estatización de la deuda privada de grandes empresas.
El arquitecto de la maniobra fue Domingo Felipe Cavallo, entonces presidente del Banco Central y figura estelar de la fundación. A través del “seguro de cambios”, Cavallo no solo socializó las pérdidas; le dio tiempo a los grupos amigos para que contrajeran deudas ficticias con sus propias casas matrices en el extranjero, inflando los pasivos que luego pagaría el Estado. En total, se transfirieron al erario público unos 15.000 millones de dólares.
¿Quiénes fueron los grandes ganadores? Nombres que siguen decidiendo hoy. El grupo Macri (con SEVEL y Sidecoamericana) se benefició con más de 184 millones de dólares. Otros como Fortabat, Bunge & Born, Soldati, Pérez Companc y Techint también estaban en la lista. El caso de Martínez de Hoz es paradigmático: su empresa, Acindar, recibió un seguro de cambio por 630 millones de dólares y, a partir de ese momento, “empieza a colaborar con la Fundación Mediterránea”. Un rescate a cambio de lealtad.
Esta estafa es el origen de todo el descalabro financiero de la Argentina de los últimos 40 años y de la concentración del poder económico en nuestro país y lo hizo la Fundación Mediterránea.
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2. La Fundación no solo crea informes: elige presidentes.
Pensar en la Fundación Mediterránea como un simple “think tank” es un error. A lo largo de su historia, ha demostrado ser una organización de poder económico y financiero dedicada a formar e instalar a sus “operadores” en puestos clave del gobierno para ejecutar su agenda.
Su poder se consolidó de manera definitiva durante el gobierno de Carlos Menem. Con Cavallo como todopoderoso Ministro de Economía, otro hombre de la fundación, Juan Schiaretti, fue nombrado Secretario de Industria. La relación entre Schiaretti y el poder económico no era nueva. Amenazado por la Triple A en los 70, huyó a Brasil y comenzó a trabajar para FIAT, propiedad de la familia Macri, donde escaló hasta la vicepresidencia.
Años más tarde, ya en el gobierno, la vieja lealtad se hizo evidente. Mientras los Macri ejecutaban millonarias maniobras de contrabando de autos, Schiaretti, a cargo del sector por el decreto 267/91 firmado solo por Menem y Cavallo, “no registró nada”. Esta historia se conecta directamente con el presente, donde las fuentes sugieren un “plan institucional” para una “sucesión presidencial ordenada” que reemplace a Javier Milei. El elegido es, precisamente, Juan Schiaretti: “el hombre de Macri” y, por supuesto, un hombre de la Fundación Mediterránea.
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3. Su plan económico nació alineado con el terrorismo de Estado.
La ideología de la Fundación Mediterránea no era la de un grupo de técnicos neutrales. Desde sus inicios, su visión económica estuvo alineada con el proyecto político de la dictadura militar. Un dato lo confirma: en 1979, la fundación firmó un acuerdo de investigación directamente con el Ministerio de Economía de Jorge Rafael Videla, que en ese momento comandaba Guillermo Walter Klein.
Su pensamiento estaba impregnado de la “doctrina de seguridad nacional”, que veía los conflictos sociales no como problemas a resolver, sino como amenazas a erradicar. Un discurso de Domingo Cavallo de aquella época, como lo dejó por escrito en la revista Estudios (año 3, número 15, página 124) de la propia fundación, es brutalmente claro al respecto:
Se trata de contribuir de manera inteligente a reducir a un mínimo las contradicciones del sistema social que los enemigos de nuestra cultura se especializan en aprovechar conforme a su bien explicitada praxis política para destruir a las sociedades libres.
Esta mentalidad, que ve “enemigos” en lugar de ciudadanos y “contradicciones” en lugar de demandas sociales, ha permeado las políticas económicas neoliberales que sus miembros han impulsado durante décadas, justificando el ajuste y la desindustrialización como una batalla cultural.
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4. La “caída” de Milei no sería casualidad, sino una operación.
La actual inestabilidad política no sería un producto del azar, sino el resultado de una operación coordinada por estos mismos actores históricos para desplazar a Javier Milei y tomar el control. La operación, lejos de ser sutil, se desplegó como una secuencia coordinada a plena luz del día. El primer movimiento vino de Diana Mondino, quien en una entrevista con Al Jazeera abrió fuego calificando al presidente de “corrupto o estúpido”. Poco después, el operador de Macri, Fulvio Pompeo, movió la siguiente pieza, negociando una nota en el influyente Financial Times para posicionar a Victoria Villarruel como sucesora. Mientras tanto, se activaba el frente judicial: el diputado del PRO, Oscar Agost Carreño, viajaba a Estados Unidos para avivar la causa de la criptomoneda Libra y comprometer al entorno presidencial. El acto final lo ejecutan en el Congreso, donde viejos operadores del macrismo como Miguel Ángel Pichetto y Emilio Monzó preparan el terreno legislativo para consagrar a Schiaretti como el hombre de consenso para la sucesión.
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Conclusión: Mirar por la ventana
Las luchas de poder superficiales que dominan los titulares a menudo ocultan una trama mucho más profunda y antigua. La historia de la Fundación Mediterránea demuestra que las decisiones que definen el rumbo de un país rara vez se toman en los espacios que iluminan los focos mediáticos.
Es un recordatorio de que, para entender verdaderamente lo que sucede, a veces es necesario dejar de mirar el escenario y empezar a “mirar por la ventana”, hacia esos centros de poder donde se teje el verdadero futuro. Si la historia demuestra que los mismos actores siempre terminan manejando los hilos, ¿cómo se puede construir un futuro realmente diferente para Argentina?
Fuente: MAbaires

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