La increíble historia del dramaturgo estadounidense, padre del teatro moderno, que vivió en la región y convirtió su paso por La Plata en materia prima de su obra maestra.

Por [Berisso Digital Radio Revista]

Berisso, Argentina — En la densa niebla de una noche de julio de 1916, en Provincetown, Massachusetts, nacía el teatro moderno estadounidense. Eugene Gladstone O’Neill, un joven dramaturgo entonces desconocido, estrenaba Bound East for Cardiff, una obra breve pero revolucionaria en la que un marinero moribundo, Yank, rememora su vida entre puertos lejanos. Entre sus recuerdos, una mención inesperada: “Y La Plata… ¡puf, el hedor de los cueros! Siempre me gustó Argentina, todo menos esa bebida, la caña. ¡Qué borracheras nos agarrábamos con eso, ¿te acordás?”.

Así, en el acto fundacional de una nueva dramaturgia —caracterizada por personajes marginales y diálogos crudos—, aparecía la región de La Plata, un lugar que O’Neill conocía bien. No como un simple escenario, sino como parte de su propia biografía: antes de convertirse en el primer y único Nobel de Literatura estadounidense en drama (1936), el autor de Largo viaje hacia la noche había trabajado en el frigorífico Swift de Berisso, donde el olor a cuero crudo y el ritmo del capitalismo global marcaron su visión del mundo.

La huida hacia el sur: O’Neill, marinero y vagabundo

O’Neill llegó al Río de la Plata en agosto de 1910, con 21 años, a bordo del bergantín noruego Charles Racine. No venía como turista ni como escritor, sino como un fugitivo: escapaba de su matrimonio con Kathleen Jenkins y de la paternidad de su primer hijo, Eugene Jr. Según sus biógrafos Arthur y Bárbara Gelb, el joven O’Neill buscaba “la emoción de vivir” que solo encontraba en el mar.

Tras 65 días de travesía, desembarcó en Buenos Aires y gastó su paga en los bares del puerto. Pronto, sin dinero, buscó trabajo. Primero fingió ser dibujante técnico en Westinghouse Electric, luego se trasladó a Berisso para emplearse en el depósito de cueros del frigorífico Swift. Allí soportó jornadas agotadoras entre el hedor de los cueros crudos, hasta que un incendio lo dejó sin empleo. Volvió a Buenos Aires, donde brevemente trabajó para Singer Sewing Machine Company.

“Desde siempre escuché que O’Neill estuvo en Berisso, pero es casi una leyenda. No hay documentos que lo confirmen, y en los archivos de los frigoríficos no aparece su nombre”, decía el historiador local Luis Guruciaga, quien también rastreó el paso de otras figuras como el mariscal yugoslavo Tito y el magnate griego Aristóteles Onassis por la zona.

Berisso, 1910: el frigorífico que cambió la región

El Swift no era una fábrica cualquiera. Fundado en 1902 por capitales británicos y sudafricanos, el frigorífico —originalmente llamado La Plata Cold Storage Company— había sido vendido en 1907 a la estadounidense Swift por 350.000 libras, marcando el ingreso del capital norteamericano en la industria argentina. Para 1910, empleaba a más de 2.700 trabajadores, muchos de ellos inmigrantes, y exportaba carne congelada a Europa y Sudáfrica.

Mientras el frigorífico era un símbolo de modernidad (con más de 160 máquinas eléctricas), Berisso era un pueblo precario: casas de madera, aljibes para el agua y calles de tierra. Pero ya empezaba a perfilarse como un enclave industrial clave, donde convivían españoles, italianos, polacos y croatas.

De La Plata al Nobel: cómo la región moldeó su obra

O’Neill solo pasó unos meses en Argentina, pero esa experiencia reverberó en su obra. Bound East for Cardiff no solo menciona La Plata, sino que retrata a marineros atrapados en las redes del comercio global: Buenos Aires, Singapur, Port Said, Ciudad del Cabo. Sus personajes son hombres sin raíces, víctimas de un sistema que los explota y los desecha.

“En O’Neill, los puertos no son escenarios, sino símbolos del capitalismo industrial”, explica la crítica teatral María Santos. “Su paso por Berisso, donde vio el trabajo brutal en los frigoríficos, le dio una mirada única sobre la condición humana”.

Tras su regreso a EE.UU., O’Neill se convirtió en el gran renovador del teatro estadounidense, ganando cuatro Pulitzer y el Nobel en 1936. Pero su obra maestra, Largo viaje hacia la noche (publicada póstumamente en 1956), es deudora de aquellos años de vagabundeo.

El legado: un puerto en la memoria

Aunque O’Neill nunca volvió a Argentina, su presencia en Berisso persiste como un mito. El actor y director Lito Cruz, berissense y devoto del autor, llevó sus obras Hughie y El toque de un poeta a los escenarios porteños.

Hoy, mientras el Swift es un esqueleto de ladrillos y el puerto de La Plata ha perdido su esplendor, la historia de O’Neill sigue siendo un puente entre dos mundos: el del teatro universal y el de una región que, sin saberlo, ayudó a cambiar el arte del siglo XX.


Datos clave:

¿Sabías que? En 1920, O’Neill estrenó The Emperor Jones, influenciado por su experiencia en el Caribe, pero con ecos de su tiempo en puertos marginales como Berisso.

Nota inspirada en la publicación de www.0221.com.ar

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

WP Radio
WP Radio
OFFLINE LIVE