El MAP (Movimiento Audiovisual Platense) es una entidad que promueve o propicia el trabajo audiovisual y forma parte del contexto de la difusión y archivo de material cinematográfico
Específicamente, los dos documentos audiovisuales fundamentales sobre la historia de Berisso —Berisso: Notas para su historia (1970) y Berisso: Comunicarse para transformar (1985), ambos dirigidos por Julio Oscar Babenco— forman parte del archivo de la carrera de cinematografía de la Universidad Nacional de La Plata, y este trabajo de archivo fue propiciado por el Movimiento Audiovisual Platense (MAP)
¿Qué pasa cuando una ciudad entera, construida ladrillo a ladrillo alrededor de una sola industria, ve cómo esa industria se desmorona hasta desaparecer? La historia suele ser de abandono y olvido. Sin embargo, el caso de Berisso, en Argentina, nos ofrece un relato fascinante de lo contrario: una historia de increíble resiliencia que desafía las expectativas.
Nuestra ventana a esta lucha contra el olvido son dos documentales filmados con quince años de diferencia por Julio Oscar Babenco —”Berisso notas para su historia” (1970) y “Berisso comunicarse para transformar” (1985)—. Estos filmes no solo capturaron el funcionamiento de los gigantescos frigoríficos que le dieron vida, sino también el alma de su gente, una identidad forjada en la inmigración y la solidaridad obrera.
Este artículo explora cinco lecciones impactantes y a menudo sorprendentes que nos deja la historia de Berisso. Lecciones sobre cómo se documenta la verdad a escondidas, cómo se lucha contra el olvido y cómo una comunidad puede negarse a morir incluso cuando su corazón industrial ha dejado de latir.
1. Filmar a Escondidas: La Realidad Oculta del Frigorífico que Solo se Capturó en 3 Minutos
Una de las anécdotas más reveladoras detrás del primer documental es la forma en que se obtuvieron las imágenes del interior del frigorífico Swift. Al director Julio Babenco solo le concedieron “2 o 3 minutos” para filmar. Consciente de que ese tiempo era insuficiente y de que las entrañas de la fábrica eran un mundo cerrado, ideó un plan sobre la marcha.
Mientras él distraía a los capataces que los escoltaban, le dio una orden clara a su camarógrafo: “filma todo lo que puedas”. El resultado de ese acto audaz fueron las únicas imágenes en movimiento que existen del frigorífico en pleno funcionamiento. Este acto casi clandestino no solo subraya el férreo control de la empresa, sino también la conciencia del documentalista. Babenco filmó imágenes aún más brutales que decidió no incluir, como la “terrible” escena del “mazazo a la vaca”, aturdida y procesada aún viva. Esa decisión editorial de proteger al espectador hace que los tres minutos mostrados sean aún más valiosos: un archivo único, capturado con valentía y curado con humanidad.
2. Borrar la Historia: Por Qué la Demolición del Frigorífico Fue Más que una Decisión Económica
Cuando el frigorífico Swift fue demolido en 1985, el impacto en la comunidad fue devastador. Para el director que lo había documentado, la decisión tenía una carga ideológica profunda, pues el edificio “se podía haber recuperado”. La demolición no fue solo una consecuencia de la crisis, sino una lobotomía histórica deliberada.
Su reflexión apunta a una motivación más oscura: un intento de borrar la prueba física no solo de la explotación, sino del poder obrero que se organizó para combatirla. Destruir la fábrica era amputarle a la comunidad el símbolo tangible de su legado de lucha, neutralizando así su memoria como una fuerza histórica recurrente. Era un acto para que la historia no pudiera contar lo que realmente había sucedido allí.
“hay sectores de la humanidad… el capitalismo no quiere que tiene historia refleje lo que ellos hicieron entonces por eso destruyen”
3. Del Lamento a la Lucha: Cómo una Comunidad Convirtió la Protesta en Propuesta
La respuesta de Berisso a su propia catástrofe evolucionó notablemente. Babenco define su primer documental de 1970 como una “protesta”, una denuncia de la explotación. Sin embargo, su segundo filme de 1985 captura una comunidad que había transformado su dolor en acción. En sus palabras, se convirtió en una “propuesta”.
Ante la crisis terminal, los habitantes de Berisso entendieron que debían “resolver las protestas con propuestas”. De esta convicción nació la “Multisectorial de Berisso”, una organización que unió a 23 instituciones. En el contexto de la turbulenta política argentina del siglo XX, una alianza que sentaba en la misma mesa a radicales, comunistas y peronistas era profundamente excepcional. Este frente común, que trascendía amargas divisiones ideológicas, tenía objetivos claros: impulsar un parque industrial y reactivar el puerto. Demostró una madurez cívica que convirtió la desesperación en un plan de supervivencia.
4. El Sueño de los Niños: Lo que los Dibujos Infantiles Revelaron sobre el Futuro de Berisso
A veces, la verdad más profunda se encuentra en los testimonios más inesperados. Durante la realización de su documental, una maestra de plástica le sugirió a Babenco utilizar los dibujos de sus alumnos. La consigna para los niños incluía responder a través del arte a cuatro preguntas, entre ellas: “¿dónde me gustaría trabajar?”.
El resultado fue una revelación silenciosa pero contundente: ningún niño dibujó que quería trabajar en el frigorífico. Sus aspiraciones eran otras, sueños más gentiles y humanos: “les gustaría ser maestro, cantado”. Esta simple anécdota ofrece un contraste desgarrador con la brutalidad de la fábrica. Demuestra que, incluso antes de la demolición, el deseo de las nuevas generaciones era superar un legado de trabajo mecanizado y explotación, imaginando un futuro donde el espíritu pudiera ser más libre que las manos.
5. La Paradoja de Berisso: Explotación Brutal y Solidaridad Inquebrantable
La identidad de Berisso se forjó sobre una contradicción fundamental. Por un lado, la vida estaba marcada por una explotación sistemática. El 52% de la población dependía del jornal de la carne, sometidos a la escalofriante “fórmula de 66 horas”, un sistema de producción que buscaba anular al ser humano, dejando “sus brazos su voluntad y su mente atadas a las manecillas implacables del reloj”.
Por otro lado, la base de esa misma comunidad era una extraordinaria “solidaridad inter cultural”. Inmigrantes de un mosaico de nacionalidades —bohemios, armenios, polacos, griegos, búlgaros, rusos, ucranianos, lituanos, húngaros, israelitas, italianos y “cabecitas negras”— llegaron corridos por la guerra, pero trajeron consigo “ricas experiencias sindicales”. Esa herencia les permitió forjar un “sindicato de la carne… muy unido y combativo”. La identidad de Berisso, por tanto, no nació a pesar de la opresión, sino precisamente de la tensión entre esa opresión y la fraternidad inquebrantable que se construyó para resistirla.
Conclusión: Lo que Perdura son las Raíces
La industria que levantó a Berisso fue desmantelada y sus edificios demolidos, pero la ciudad no murió. La historia de Berisso demuestra que su verdadera estructura no estaba hecha de ladrillos y acero, sino de lazos comunitarios y una herencia inmigrante anclada en la ayuda mutua. A pesar de que la mayoría de sus habitantes tuvo que buscar trabajo fuera, la gente “sigue viviendo en Berisso, no se quiere ir” porque, como dijo un residente, tiene sus “raíces enterradas en la tierra”. La historia de Berisso demuestra que la verdadera identidad de un lugar no reside en sus edificios, sino en la memoria y la voluntad de su gente. ¿Cuántas otras historias de resiliencia como esta permanecen sin ser contadas?