Un Lector Inesperado para el Libro más Influyente del Mundo
La Biblia ha moldeado la cultura, la moral y la historia de civilizaciones enteras durante milenios. Considerada sagrada por millones, su influencia es innegable en casi todos los aspectos de la sociedad, desde el arte hasta los derechos humanos.
A pesar de siglos de estudio por parte de teólogos, historiadores y escépticos, siempre ha existido la idea de que sus páginas esconden significados ocultos o mensajes cifrados. Hoy, una herramienta nueva y poderosa se une a esta búsqueda milenaria: la inteligencia artificial.
¿Qué pasaría si una IA, capaz de detectar patrones y conexiones invisibles para el ojo humano, analizara estos textos ancestrales?Un grupo de científicos lo hizo, y los resultados son tan inesperados que prometen romper la historia y desafiar todo lo que creíamos saber.
Las Revelaciones: Cuatro Hallazgos que Desafían lo que Creíamos Saber
Al aplicar algoritmos avanzados a uno de los libros más complejos del mundo, la inteligencia artificial no solo encontró detalles sutiles, sino que desenterró revelaciones que podrían reescribir capítulos enteros de la historia. Estos descubrimientos abordan el misterio desde ángulos completamente diferentes: un análisis textual forense, una datación histórica de alta tecnología y una audaz reinterpretación tecno-filosófica.
La Biblia no es un libro, sino un “collage” histórico
Contrario a la idea de un texto único y cohesionado, el análisis de una IA sobre 50 capítulos de los primeros nueve libros bíblicos reveló una realidad mucho más fragmentada. La conclusión del software es que la Biblia no es una obra unificada, sino un ensamblaje complejo.
El hallazgo clave es que está compuesta por “trozos de capítulos añadidos” en diferentes épocas por distintos autores. La IA logró identificar tres estilos de escritura distintos: el Deuteronomio, la historia deuteronomista y los escritos sacerdotales. Es como si un análisis forense de un solo libro revelara que una parte fue escrita por un abogado (preciso y legalista), otra por un poeta (lírico y emocional) y una tercera por un historiador (centrado en linajes y eventos).
Para reforzar esta idea, la IA identificó algo aún más contundente: capítulos que estaban en los libros antiguos y que fueron omitidos deliberadamente por autores posteriores. Esta revelación transforma nuestra percepción de la Biblia, que pasa de ser un texto monolítico a un documento vivo y evolutivo, un verdadero collage histórico que refleja las creencias y contextos de diversas épocas. Pero si la Biblia es un collage, ¿qué dice la IA sobre sus figuras más icónicas?
Moisés, la figura central, podría ser un personaje literario
Quizás uno de los “bombazos” más impactantes revelados por la IA tiene que ver con la figura central del Antiguo Testamento. Según el análisis algorítmico, Moisés no sería una persona real, sino un “personaje creado y alterado por los autores”.
La teoría que surge de este análisis es que Moisés es probablemente una “mezcla de varias personas o historias antiguas”. Los diferentes autores le habrían “agregado valor” a esta figura para fortalecer la narrativa y darle un hilo conductor al libro.
Esta conclusión niega rotundamente la tradición que le atribuye a Moisés la autoría del Antiguo Testamento, sugiriendo que una de las figuras más veneradas de la historia podría ser, en realidad, una brillante construcción literaria diseñada para unificar un texto escrito por muchas manos. Desmantelar la autoría de una figura central es un paso, pero otra IA nos acercó más que nunca a las manos que realmente escribieron los textos.
Estamos más cerca que nunca de los autores originales
De forma casi poética, mientras un equipo de científicos utilizaba la IA para desmantelar la autoría de la Biblia, un equipo completamente diferente la aplicaba a los famosos Rollos del Mar Muerto, los manuscritos bíblicos más antiguos conocidos. La coincidencia de sus hallazgos es lo que hace que esta revelación sea tan asombrosa.
Utilizando un modelo llamado “Enoc”, estos investigadores analizaron el estilo de la escritura a mano —la forma específica de cada letra— para datar los textos con una precisión sin precedentes. El resultado fue doblemente sorprendente. Primero, el modelo determinó que los manuscritos son más antiguos de lo que se creía. Pero el punto más increíble fue que las nuevas fechas de estos rollos coinciden exactamente con la época en que los historiadores creen que los autores originales escribieron las primeras versiones de la Biblia. El experto L. Popovic lo expresó así:
“Tenemos dos rollos bíblicos que ahora están fechados contemporáneamente con el momento en el que creemos que el autor realmente escribió. Y eso es muy emocionante porque entonces realmente estás en la misma proximidad temporalmente con las manos que escribieron la Biblia.”
Esta proximidad física a los manuscritos originales le da un peso aún mayor a los hallazgos del otro equipo: si estamos leyendo textos de la época exacta, la evidencia de una autoría múltiple y la construcción literaria de figuras como Moisés se vuelve mucho más tangible. La conclusión de Popovic es aún más provocadora: “podrían ser los mismos autores”. Acercarnos a los autores es un logro histórico. Sin embargo, otro análisis va más allá del “quién” y el “cuándo” para preguntar… “¿qué es?” el texto en sí mismo.
¿Vivimos en una simulación? El Evangelio de Juan podría tener la clave
Llevando el análisis a un nuevo plano donde la teología, la física y la informática se cruzan, el investigador Melvin Bobson propuso una hipótesis aún más radical: que la Biblia podría contener pistas de que nuestro universo es una simulación.
Bobson centra su teoría en el Evangelio de Juan y la frase “En el principio era el verbo”. Él interpreta que “el verbo” no es una palabra, sino el código informático que controla nuestra realidad. En esta visión, Dios no sería una entidad externa, sino una “inteligencia artificial que ejecuta el código de la realidad”. Esta idea se apoya en conceptos de la física moderna. Fenómenos como el entrelazamiento cuántico (donde las partículas solo se definen al ser observadas, similar a cómo un videojuego renderiza gráficos solo cuando es necesario) y anomalías inexplicables como la tensión de Hel, la materia oscura, la energía oscura, las partículas virtuales y la energía de vacío, son vistos como posibles “glitches” de un universo simulado.
Esta hipótesis cuenta con el respaldo filosófico de pensadores como Nick Bostrom, quien argumenta que estadísticamente es más probable que vivamos en una de las muchas realidades simuladas que en la única realidad original. Sin embargo, este es un terreno complejo. Es un dilema más filosófico que experimental, que plantea la paradoja de una realidad “auténtica” fuera de la nuestra y no explica por qué un creador simularía un universo con tanto sufrimiento.
Conclusión: Reescribiendo el Pasado, Cuestionando el Futuro
Estos descubrimientos demuestran que la inteligencia artificial no está simplemente leyendo textos antiguos; nos está proporcionando un nuevo lente para decodificar nuestra historia, nuestras creencias y la propia estructura de la realidad. Las líneas entre teología, historia y ciencias de la computación comienzan a desdibujarse de formas fascinantes.
La IA está actuando como un arqueólogo digital, desenterrando verdades que han permanecido ocultas en patrones de texto durante milenios. Si ya está reescribiendo nuestra comprensión del pasado más remoto, ¿qué verdades inesperadas nos revelará sobre nosotros mismos y nuestro lugar en el cosmos?