Los primeros habitantes de Buenos Aires, el mestizaje y el origen del mate

El primer asentamiento de Buenos Aires, fundado por Pedro de Mendoza en 1536, fracasó debido a las duras condiciones, los ataques de los indígenas querandíes y la falta de alimentos. Los sobrevivientes, liderados por Juan de Ayolas y Domingo Martínez de Irala, decidieron trasladarse a Asunción del Paraguay, donde lograron establecer relaciones más estables con los guaraníes. Este contacto permitió el primer mestizaje en la región, dando origen a los criollos, una mezcla de españoles e indígenas que marcaría la identidad del Río de la Plata (Assunção, 2008).

El descubrimiento de la yerba mate

En Asunción, los españoles adoptaron una infusión que los guaraníes llamaban “caá” (que significa “hierba” en su lengua). Al principio, los conquistadores la conocieron como “hierba del mate”, debido a que se preparaba en un recipiente llamado “mati” (de origen quechua). Con el tiempo, la bebida pasó a llamarse yerba mate (Coudreau, 1890).

Hernandarias: el gran enemigo del mate

El primer gobernador criollo de Buenos Aires, Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias), descubrió la yerba mate al revisar las pertenencias de unos indígenas, quienes llevaban guayacas (bolsas de cuero) con raciones de la hierba. Sin embargo, Hernandarias se convirtió en un ferviente opositor de su consumo. En 1592, en una carta, se quejó del “pernicioso uso de la yerba mate”, argumentando que el ritual de preparación (colocar la yerba, calentar el agua y cebar) fomentaba la vagancia (Lozano, 1873).

En 1610, su predecesor, Diego Marín de Negrón, también expresó su rechazo en una carta al rey, describiéndolo como un “vicio abominable y sucio” (Gandía, 1939). A muchos españoles les repugnaba la costumbre de compartir una sola bombilla.

La prohibición del mate y el mercado negro

Cuando Hernandarias volvió al poder, prohibió terminantemente su consumo y comercio en Buenos Aires (que entonces tenía menos de mil habitantes). Los castigos eran severos:

  • 100 pesos de multa por consumirlo.

  • 100 latigazos por comerciarlo (Furlong, 1955).

En 1618, para dejar clara su postura, ordenó quemar una bolsa de yerba en la actual Plaza de Mayo, en un acto simbólico de repudio (Mörner, 1968).

Los jesuitas y la transformación del mate

Mientras tanto, los jesuitas (que tenían plantaciones en sus misiones) adoptaron una forma más “europeizada” de tomar mate: en tazas individuales, como si fuera té. Así nació el mate cocido, evitando la condena por compartir bombilla (Maeder, 1995).

El mate como “vicio de enamorados”

Hernandarias no solo lo consideraba una “bebida de haraganes”, sino que también afirmaba que el mate era “un vicio sucio que favorece a los enamorados”. No se refería a propiedades afrodisíacas (que no tiene), sino al juego sensual de los labios al sorber la bombilla, lo que consideraba escandaloso (Armani, 1982).

El fin de la prohibición y la popularización del mate

Con el tiempo, el mate dejó de ser perseguido. Un caso emblemático fue el del gobernador Pedro de Ceballos, quien, tras probarlo en las misiones jesuíticas, se enamoró de la infusión. Al regresar a Buenos Aires, levantó la prohibición y llevó sacos de yerba a España cuando fue destinado a Cádiz (Telesca, 2009).

Cuando Ceballos volvió como Virrey del Río de la Plata (1777), implementó reformas importantes (como el primer censo porteño, que registró 24.205 habitantes), pero nunca abandonó su hábito de tomar “el preciado cimarrón” (Busaniche, 1965).

Conclusiones

El mate, que comenzó como una bebida indígena, fue demonizado y prohibido por las autoridades coloniales, pero su popularidad lo convirtió en un símbolo cultural. Hoy es una tradición que une a Argentina, Uruguay, Paraguay y el sur de Brasil.


Fuentes citadas:

  • Assunção, F. (2008). Historia del Río de la Plata.

  • Coudreau, H. (1890). Voyage au Paraguay.

  • Lozano, P. (1873). Historia de la conquista del Paraguay.

  • Gandía, E. (1939). Historia de la yerba mate.

  • Furlong, G. (1955). Los jesuitas y la cultura rioplatense.

  • Mörner, M. (1968). Actividades políticas y económicas de los jesuitas.

  • Maeder, E. (1995). Misiones del Paraguay.

  • Armani, A. (1982). Ciudad de Dios y Ciudad del Sol.

  • Telesca, I. (2009). Tras los expulsos: cambios demográficos y territoriales.

  • Busaniche, J. L. (1965). Historia argentina.

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