Una lectura histórico-lingüística alternativa con resonancias en el Río de la Plata

El nombre Montevideo, asociado hoy a la capital uruguaya, ha sido motivo de debate desde los primeros tiempos coloniales. Existen versiones tradicionales que atribuyen el origen del término a expresiones europeas, como el famoso “Monte vide eu” (yo vi un monte), supuestamente pronunciado por un navegante portugués al avistar la elevación cercana a la bahía, o incluso a una marca dejada por Américo Vespucio en una roca. Sin embargo, estas explicaciones, aunque popularizadas, resultan débiles desde el punto de vista documental.

Otra línea interpretativa, menos difundida en los relatos oficiales, señala que los españoles registraron la presencia de un grupo indígena en la región, al que llamaron los Montevidio, posiblemente vinculado a la extensa familia de pueblos charrúas. Paralelamente, se propuso que el nombre provendría de una supuesta palabra charrúa OVITÍ, interpretada durante mucho tiempo como “cerro puntiagudo”. Sin embargo, esta traducción depende de categorías visuales y geográficas españolas, no necesariamente coincidentes con la lógica semántica indígena.

Un aporte reciente y clave proviene del rescate de la lengua Chaná, realizado junto a Don Blas Jaime, último hablante reconocido y autor del Diccionario Chaná (2013). En Chaná, la expresión DANAN VEDETÁ significa “lugar verde” o “monte/vegetación abundante”, siendo DANAN hogar o asentamiento, y VEDETÁ verde, vivo, fértil.

Si bien los vínculos lingüísticos entre charrúa y chaná siguen en estudio, se considera aceptado que ambos formaron parte de un mismo entorno cultural y territorial en el litoral rioplatense. En ese marco, el parentesco fonético y conceptual entre VEDETÁ (verde, vegetado) y OVITÍ es llamativo. Es posible que OVITÍ no significara originalmente “cerro”, sino monte vivo, territorio verde, vegetación ribereña, lo que en castellano colonial se llamaba sencillamente monte, no necesariamente elevación.

De ese modo, Montevideo sería una denominación bilingüe:

  • Monte (castellano): interpretado por los españoles como cerro, aunque probablemente refería a monte vegetal.

  • Ovití (charrúa): verde, vegetado, lugar vivo.

Es decir: Monte + Ovití → Monte Verde / Lugar Verde.

Los Montevidios serían, entonces, los habitantes del lugar verde, quienes vivían en esa zona antes de la fundación española.


Presencia y persistencia del nombre en el territorio rioplatense

La idea de Monte Ovití, es decir Monte Verde, no quedó circunscripta a la hoy capital uruguaya. Del otro lado del Río de la Plata, en la localidad bonaerense de Berisso, una de las vías principales que articula la ciudad se llama precisamente Avenida Montevideo. Este nombre no sólo hace referencia histórica a la comunicación fluvial entre ambas orillas, sino que puede entenderse como una permanencia cultural profunda: las dos ciudades, separadas por el río, comparten una memoria territorial convergente, marcada por antiguos caminos indígenas, humedales costeros y zonas de monte ribereño.

La Avenida Montevideo en Berisso no es solamente un homenaje moderno. Es una señal silenciosa de la continuidad histórica del paisaje original: ese litoral verde, pantanoso, vivo, donde las poblaciones chaná-charrúas desarrollaron formas de vida adaptadas al agua, al monte y a la movilidad ribereña. De alguna manera, el nombre persiste porque la geografía lo sostiene: las dos orillas fueron el mismo territorio antes de que existieran Argentina y Uruguay.


Conclusión

Si entendemos Montevideo como Monte Ovití, Monte Verde, no sólo reconocemos una raíz indígena en el nombre, sino que también recuperamos la noción de continuidad territorial y cultural en el Río de la Plata. El paisaje verde ribereño no fue un fondo vacío para la fundación colonial, sino un espacio habitado, nombrado y vivido previamente.

Esta interpretación invita a mirar la historia desde la memoria profunda del territorio, donde los nombres sobreviven incluso cuando se intentó borrarlos.

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