Introducción: Un País al Borde del Abismo

Septiembre de 1955 se avecinaba como un mes crucial y trágico en la historia argentina. El gobierno de Juan Domingo Perón, iniciado una década atrás, se encontraba bajo una presión insostenible. La confrontación con la Iglesia Católica, el golpe de Estado fallido de junio (con el bombardeo de la Plaza de Mayo), una economía en dificultades y el creciente malestar de amplios sectores de las Fuerzas Armadas y la oligarquía habían creado un clima de guerra civil latente. En este contexto de extrema tensión, un gesto inesperado del propio líder buscó, por última vez, desactivar la violencia: una carta de renuncia.

La CGT y el Ultimátum: El Preámbulo del 30 de Agosto

En vísperas del golpe de Estado que finalmente se concretaría el 16 de septiembre, la situación llegó a un punto crítico. El 30 de agosto, la Confederación General del Trabajo (CGT), histórica base de apoyo del peronismo, decretó un paro general y una movilización masiva. Sin embargo, la consigna no era en apoyo a sus adversarios, sino una dramática advertencia dirigida al propio Perón: “no se volverá al trabajo hasta que el Líder deponga su actitud”.

Esta medida, que algunos compararon con la energía popular del 17 de octubre de 1945 pero en sentido inverso, reflejaba la profunda preocupación de la cúpula sindical por la deriva del conflicto. Fue en respuesta a esta presión, y a los rumores de que su salida del poder podría evitar una catástrofe mayor, que Perón decidió actuar.

La Carta de Renuncia: Un Documento de Análisis Profundo

Ese mismo 30 de agosto, Perón dirigió una extensa y meditada carta al Dr. Alejandro Leloir, Presidente del Consejo Superior del Partido Justicialista. Más que una simple renuncia, el documento es un manifiesto político, un testamento ideológico y un análisis lúcido de la situación del país y de su movimiento.

Puntos clave de la carta:

  1. La Ofrenda del Retiro por la Paz: Perón comienza señalando que ha escuchado a sus adversarios, quienes condicionan la paz a su salida. Afirma que, aunque su mandato emana de la voluntad popular, “cumple a la dignidad del cargo y al honor del hombre ofrecer mi retiro” si esto asegura la pacificación del país.

  2. El Balance de una Obra: Dedica una parte sustancial de la carta a hacer un balance de su gobierno. Enuncia los logros de su gestión: “Recibimos una colonia y devolvemos una patria justa, libre y soberana”. Destaca la justicia social, la independencia económica y la soberanía alcanzadas, afirmando que estas conquistas, consagradas en la Reforma Constitucional de 1949, son ya indestructibles. Sostiene que “lo que resta por realizar es ya parte exclusiva del Pueblo: su evolución cultural y espiritual”.

  3. La Primacía de las Instituciones sobre el Hombre: Este es quizás el concepto más profundo de la carta. Perón argumenta que los hombres son transitorios, pero las instituciones y la doctrina son permanentes. “El hombre ha sido siempre el obstáculo para imponer la institución. El sentimiento gregario que da nacimiento al caudillo es a menudo el enemigo de la organización”. Con su renuncia, pretendía demostrar que el peronismo era más grande que su líder y que estaba preparado para funcionar como una fuerza política institucionalizada.

  4. El Rechazo a la Guerra Civil y la Dictadura: En un pasaje crucial y citado históricamente, desactiva cualquier intento de conflicto armado en su nombre: “Algunos insensatos o especuladores políticos con el ánimo de intimidar hablan de guerra civil. Aquí no habrá tal cosa: o habrá paz o dictadura. Yo no tengo pasta de dictador. De modo que de imponerse tal solución otro y otros deberán reemplazarme”. Esta frase fue un mensaje claro tanto para sus seguidores más fervientes como para los militares golpistas.

  5. Un Llamado a la Cordura y la Ley: Insiste repetidamente en que cualquier transición debe hacerse dentro del marco de la Constitución y la Ley. Expresa su confianza en que el Ejército, unido a los trabajadores organizados, garantizará el orden constitucional.

  6. El Factor Humano: Asoma un dejo de cansancio y desencanto: “Ya mis años y mis fatigas comienzan a pesarme demasiado, cargados como están de ingratitudes, desengaños y sinsabores”. Pide a los millones de argentinos que lo apoyaron que “me liberen de todo compromiso” y le permitan retirarse para incorporarse “como simple peronista” al movimiento.

Conclusión: El Último Esfuerzo y sus Consecuencias

La renuncia del 30 de agosto de 1955 no fue aceptada. La CGT y el Partido Peronista rechazaron la oferta de inmediato, y una enorme movilización popular se congregó en Plaza de Mayo para pedirle que se quedara. Perón retiró su dimisión, pero el gesto no fue suficiente para detener la maquinaria golpista.

Diecisiete días después, el 16 de septiembre, estallaba la Revolución Libertadora que lo derrocaría. La carta, por lo tanto, queda como el último esfuerzo diplomático y político de Perón para evitar el derramamiento de sangre y una salida violenta. Es un documento fundamental que revela la complejidad del momento, la visión estratégica de Perón y su intento de priorizar la estabilidad del país por sobre su propia permanencia en el poder. No fue el final, sino el epílogo de una era y el prólogo de un largo exilio y de 18 años de proscripción del movimiento que él mismo había fundado.

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