A la gorra, masivo y con canto coral

“Si algo distingue al teatro comunitario es su cualidad polifónica, que hay muchas voces en escena”, explica Laura D’Angelo, directora general y coordinadora musical del Teatro Comunitario de Berisso. Para festejar sus veinte años de historia, la compañía repuso su ópera prima: “Primeros relatos”, que lleva a escena la idiosincrasia berissense y puede verse con entrada a la gorra este sábado 25 a las 20 hs.

El proyecto nació en marzo de 2005 y, como todo teatro comunitario, tuvo su origen en la reunión de vecinos y vecinas del barrio: personas de la comunidad con el deseo de formar un grupo y construir, colectivamente, un espacio de encuentro y creación. La experiencia berissense comenzó cuando el grupo teatral “Catalinas Sur” visitó la ciudad durante la tradicional Fiesta del Inmigrante. La potencia del espectáculo que acercó el grupo encendió una chispa: quienes lo vieron pensaron que en Berisso también podía existir un teatro así.

A partir de esa visita surgió la intención de replicar aquella experiencia, y el impulso se fortaleció gracias a otro acontecimiento clave: el lanzamiento, por parte de la provincia, del “Proyecto Escenarios”, destinado a promover el teatro en la región de La Plata, Berisso y Ensenada. Basado en el modelo del teatro comunitario, el programa convocó a Adhemar Bianchi —director de Catalinas Sur— y a Ricardo Talento —quien fuera director del Circuito Cultural Barracas— para que acompañaran la formación de nuevos grupos. Así, Bianchi, Talento y la compositora Cristina Ghione, directora musical del grupo nacido en La Boca, comenzaron a trabajar junto a los vecinos de Berisso, compartiendo herramientas y experiencias. “Ese proceso, que se extendió desde marzo hasta fines de 2005, fue una verdadera instancia de aprendizaje directo con quienes habían impulsado el movimiento del teatro comunitario en el país”, explica D’Angelo. En Berisso ya existía un terreno fértil para que la idea prendiera: una energía colectiva y una necesidad de expresión que permitieron, por ejemplo, que los vecinos se organizaran para ensayar dos veces por semana, un ritmo que se mantiene hasta hoy. Veinte años después, el grupo continúa encontrándose con la misma regularidad y entusiasmo.

Desde sus comienzos, el equipo trabaja de manera ininterrumpida, y sus puertas están siempre abiertas para que cualquier persona pueda sumarse en cualquier momento del proceso. En el reciente reestreno de su primer espectáculo, convivieron en escena integrantes de todas las etapas: quienes participaron en la obra original, personas que se incorporaron en otros momentos, vecinos que debutaban por primera vez y otros que aún no pisaron las tablas pero ya forman parte del colectivo. En este sentido, otra característica a destacar es la diversidad generacional. En el Teatro Comunitario de Berisso participan personas de todas las edades, que trabajan juntas y a la par. El abanico de la compañía incluye personas desde los once o doce hasta vecinos de más de setenta años. “Todos comparten el mismo escenario, sosteniendo una práctica que celebra la pluralidad y la pertenencia”, señala Joaquín Merones, coordinador del área teatral.

En ese primer año de nacimiento y ebullición, el grupo estrenó “Primeros relatos”. En aquel entonces, la obra duraba apenas cinco minutos: incluía una gran escena de inicio en donde todo el elenco cantaba, después otra canción grupal, y una última canción de cierre. Esa primera versión se presentó en la Escuela de Arte de Berisso, en el marco de la Fiesta del Inmigrante, y fue la primera vez que el grupo actuó como tal en la ciudad.

En septiembre, con motivo de sus veinte años de vida, “Primeros relatos” volvió al escenario en una versión de una hora, resultado de un proceso de construcción colectiva a lo largo del tiempo. La obra trabaja sobre la identidad e historia berissenses: la ciudad portuaria, la llegada de inmigrantes que vinieron a trabajar a los frigoríficos Swift y Armour, la despedida desde sus tierras de origen, la adaptación al trabajo fabril y la vida cotidiana en la calle Nueva York. “Berisso, capital provincial del inmigrante, reúne más de veinte colectividades —italiana, española, rusa, ucraniana, polaca, irlandesa, entre muchas otras—. Ese mosaico cultural, junto con el desarrollo industrial y el trabajo fabril, marcó no solo la historia local, sino también la nacional”, señala D’Angelo, y cuenta que, además, la pieza incorpora un hecho clave en la memoria colectiva: el 17 de octubre, cuando desde el Partido Laborista, encabezado por Cipriano Reyes, los trabajadores marcharon para apoyar a Perón.

La reposición de la obra surge como respuesta a la pregunta sobre cómo celebrar los veinte años del grupo. La decisión, entonces, fue volver a ese primer trabajo pero desde el presente, con nuevas voces y una identidad artística consolidada. El elenco actual está formado por integrantes distintos a los de 2005, pero con un gran trabajo en actuación y canto. En apenas un mes y medio lograron reponer la obra completa, mientras continuaban presentando funciones de “Creer o reventar”, otra obra del colectivo. “La nueva puesta de ‘Primeros relatos’ no busca reproducir la versión original, sino rendir homenaje a la historia del grupo y a quienes pasaron por él. Es, al mismo tiempo, una celebración y una relectura: un grupo con más experiencia y saberes que vuelve sobre sus propios comienzos para contarlos de nuevo, desde lo que es hoy”, explica Merones.

En cuanto al trabajo estético, los coordinadores coinciden en que hay ciertas características propias del lenguaje comunitario, como iniciar la función con una gran escena colectiva, en donde los integrantes del elenco están sobre el escenario y cantan un preludio para introducir una temática o una narrativa, un poco a modo del coro en el teatro griego antiguo. “Esa noción aparece casi siempre en el canto: la canción como un momento de síntesis donde pueden estar todos. Hay algo coral, un entramado de voces distintas, una polifonía, que es lo más rico en lo musical. Si algo distingue al teatro comunitario, es justamente eso: lo polifónico, la suma de muchas voces”, explica D’Angelo.

En este sentido, Merones destaca la figura del “personaje colectivo”, en donde la historia gira en torno al protagonista, que es conformado por un grupo de más de treinta personas. “Eso también es una metáfora de cómo funcionan los centros comunitarios: cuantos más seamos y más variados, más fiel es el reflejo de la comunidad dentro del grupo. Si el grupo estuviera conformado solo por personas de una única franja etaria, tendríamos un único punto de vista social”, señala, y explica que eso se traduce en la clásica canción de cierre, en donde el arco de la historia llega hasta un punto cúlmine y, a partir de ahí, es el elenco el que canta, ya fuera de personaje. “Son los vecinos haciendo su último comentario, algo que también tiene que ver un poco con el teatro griego: comentar lo que se acaba de ver”, dice.

El Teatro Comunitario de Berisso se sostiene desde hace veinte años gracias a una fuerte organización interna. La estructura del grupo, formalizada como asociación civil, permite gestionar los recursos necesarios para cada área —vestuario, maquillaje, escenografía, música— y garantizar que todas las personas participantes puedan formarse y desarrollarse artísticamente. El grupo asume el compromiso de hacer teatro de calidad, bajo la idea de que los vecinos y vecinas no deben “actuar bien a pesar de ser vecinos”, sino justamente porque lo son, con las herramientas y el respeto que su trabajo merece.

Esa organización también se traduce en una forma particular de encuentro con la comunidad. Las funciones son siempre “a la gorra”, para que el dinero no sea un obstáculo para asistir al teatro. Después de cada presentación, el grupo saca a lucir el chulengo y ofrece choripanes para todos. “Se da ahí algo muy lindo de encuentro con los espectadores. En la función hay una división en la que el público está allá y nosotros en el escenario, pero el momento del choripán del final es un abrazo con la gente, un momento para charlar, volver a ser todos vecinos”, explica Merones.

Contar con una sala propia marcó un antes y un después en la historia del grupo, que durante una década fue nómade (y aun así llevó a todos lados el chulengo): ensayaban en escuelas, jardines de infantes, colectividades y clubes, siempre en búsqueda de un espacio donde un equipo tan numeroso pudiera reunirse de noche, hacer música, bailar y moverse.

La sala les dio tranquilidad y continuidad, les permitió realizar temporadas regulares y afianzar su trabajo colectivo, pero su creación no fue fruto de la casualidad, sino del trabajo colectivo y sostenido. D’Angelo destaca que, desde el inicio, el proyecto de la sala propia contó con el apoyo de Lito Cruz, “el actor más importante de Berisso”, quien en 2015 propuso que la ciudad tuviera un espacio propio de teatro y que fuera el grupo del Teatro Comunitario quien lo condujera. Gracias a su gestión, el proyecto obtuvo un primer subsidio que permitió adquirir el terreno en la esquina que encuentra a Nueva York y Marsella, en donde se encuentra el mítico “Kilómetro cero del peronismo”. Luego, otro subsidio habilitó la construcción de la sala, aunque dicho avance se vio ralentizado por la transición de gobierno (de Cristina a Macri) y por la devaluación, por lo que durante un tiempo el piso fue de conchilla y se pudieron levantar sólo la mitad de las paredes.

A través de su asociación civil, el grupo presentó proyectos a distintas entidades y consiguió las chapas restantes para completar la estructura. La llegada de la pandemia marcó un nuevo desafío, pero entonces reapareció la comunidad organizada y, finalmente, la sala cobró forma a partir del vínculo entre el grupo y el Estado. “El ministro Tristán Bauer visitó Berisso, valoró el proyecto y otorgó otro subsidio que nos permitió cerrar los trabajos pendientes. Otro aporte de la Provincia de Buenos  Aires terminó por dar un cierre más definitivo al espacio. Creemos que este recorrido muestra cómo la alianza entre comunidad y Estado permitieron que hoy la sala sea una realidad”, explica D’Angelo.

Con funciones en su maravillosa sala dos veces por mes (el segundo y cuarto sábado en cada caso), el Teatro Comunitario de Berisso vuelve a presentar este 25, en vísperas de las elecciones, la obra “Primeros relatos”. La cita es a las 20 hs en la esquina entre Nueva York y Marsella y, con entrada a la gorra, las reservas pueden hacerse a través de Alternativa Teatral.

Fuente; Pagina 12

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