Más Allá del Dios que Nos Contaron
Desde que somos niños, nos han contado una historia sobre Dios. Para muchos, es la imagen de un anciano sabio en un trono celestial, una entidad externa que juzga, premia y castiga. Buscamos lo divino en templos, en libros sagrados, en rituales que nos prometen una conexión con algo más grande que nosotros. Pero, ¿y si esa imagen no fuera más que una sombra de la verdad?
¿Y si Dios no fuera una entidad separada a la que debemos adorar, sino una frecuencia que compone el tejido mismo de la realidad? Entendamos por frecuencia una firma energética que todo emite, desde nuestros pensamientos y emociones hasta los cuerpos celestes. Esta idea, respaldada tanto por la sabiduría antigua como por los descubrimientos de la ciencia moderna, tiene el poder de desmantelar todo lo que creíamos saber.
La pregunta que guiará este viaje no es si Dios existe, sino qué es realmente. Si todo en el universo es vibración, ¿es posible que nuestra propia conciencia sea la clave para acceder a esa frecuencia divina? Prepárate, porque estás a punto de descubrir una perspectiva que podría transformar por completo tu manera de ver la vida, el universo y a ti mismo.
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Las 5 Ideas Clave
1. Dios no es una persona, es la frecuencia que compone el universo.
Olvídate de la idea de un “ser con forma definida” sentado en algún lugar del cosmos. La primera idea revolucionaria es que lo divino es, en realidad, un campo de conciencia y energía que lo impregna todo. No es algo separado de nosotros, sino la misma sustancia vibracional que da forma a las galaxias, a los árboles y a cada célula de tu cuerpo.
Esta no es una idea New Age. Es sabiduría antigua. El Kybalion, uno de los textos herméticos más influyentes, lo afirma sin rodeos: “El todo es mente; el universo es mental“. Esta perspectiva elimina por completo la necesidad de intermediarios. Si Dios es una frecuencia universal, no necesitas sacerdotes, dogmas o templos para conectar con lo sagrado. La conexión ya existe; solo necesitas aprender a sintonizarte con ella. Como bien intuyó uno de los genios más grandes de la historia:
“Si quieres encontrar los secretos del universo, piensa en términos de energía, frecuencia y vibración.” — Nicola Tesla
El impacto de esto es profundo: la espiritualidad deja de ser un acto de adorar algo externo y se convierte en un acto de resonancia interna. La divinidad no está “allá afuera”, sino vibrando dentro de ti en este preciso instante.
2. Tu realidad es un reflejo directo de tu frecuencia emocional.
Si el universo es vibración, entonces nuestros pensamientos y emociones también lo son. No son meros procesos químicos abstractos, sino frecuencias medibles que definen la realidad que experimentamos. El psiquiatra Dr. David Hawkins lo demostró con su “escala de conciencia”, donde las emociones de baja frecuencia como la culpa (30 Hz) o el miedo (100 Hz) nos mantienen desconectados, mientras que las de alta frecuencia como el amor (500 Hz) o la iluminación (700+ Hz) nos alinean con la conciencia universal.
Esta idea converge con los descubrimientos de la física cuántica. El famoso experimento de la doble rendija demostró que el simple acto de observar altera el comportamiento de las partículas, confirmando que el observador moldea la realidad. Nuestra conciencia no solo interactúa con el mundo, sino que le da forma. El místico Neville Goddard lo resumió de forma magistral y audaz:
“La imaginación es Dios.” — Neville Goddard
Esto nos otorga un poder inmenso. No somos víctimas pasivas de las circunstancias, sino cocreadores conscientes de nuestra realidad. Al cambiar nuestra vibración interna a través del uso consciente de nuestros pensamientos y emociones, podemos literalmente cambiar el mundo que percibimos.
3. El sistema está diseñado para mantenerte vibrando bajo.
¿Por qué, si tenemos este poder, la mayoría de la humanidad vive atrapada en el miedo, la ansiedad y la escasez? La respuesta es tan simple como inquietante: porque un sistema nos condiciona para ello. Las grandes estructuras sociales —religiones organizadas, gobiernos, corporaciones y medios de comunicación— tienen un interés fundamental en mantener a las masas operando en frecuencias bajas.
Una población con baja vibración es más fácil de controlar. El psicólogo B.F. Skinner demostró que el miedo es uno de los mecanismos de condicionamiento más poderosos, manteniendo el sistema nervioso en un estado de alerta que limita el pensamiento crítico. Los noticieros nos bombardean con tragedias, las redes sociales nos vuelven adictos a la validación externa y el sistema económico nos mantiene en un ciclo de preocupación constante.
Esta no es una prisión con barrotes de acero, sino una jaula mental. Y cuando nos enfrentamos a esta verdad, entra en juego la disonancia cognitiva, teoría del psicólogo Leon Festinger. Él explicó que preferimos rechazar información que contradice nuestras creencias más profundas para evitar la incomodidad mental. Por eso es más fácil creer que Dios está afuera que aceptar la aterradora responsabilidad de nuestro propio poder.
4. El camino espiritual no es aprender, sino desaprender.
En un mundo saturado de información, creemos que el progreso espiritual consiste en acumular más conocimiento. Sin embargo, el verdadero camino es exactamente lo contrario: es un proceso de desaprendizaje. Se trata de soltar, no de adquirir.
El objetivo es cuestionar todo lo que nos han enseñado: las creencias heredadas sobre nuestra identidad y la naturaleza de Dios. Se trata de retirar el “velo de la ilusión” —lo que en el hinduismo se conoce como Maya— que nos hace creer en la separación. La neurociencia moderna le da un nuevo matiz a esta idea. Los estudios del Dr. Rick Strassman sobre la DMT sugieren que nuestros cerebros filtran la realidad, y que los estados alterados de conciencia pueden darnos acceso a dimensiones que normalmente son invisibles para nuestros sentidos.
No se trata de buscar algo que nos falta, sino de recordar lo que ya somos. La verdad no está en un libro antiguo ni en la boca de un gurú; siempre ha estado dentro de nosotros, esperando ser redescubierta. Como se afirma en un texto cuyos mensajes fueron distorsionados por ser inconvenientes para las estructuras de poder:
“El reino de Dios está dentro de ustedes.”
5. El silencio es el portal para sintonizar con la frecuencia divina.
Si el ruido del condicionamiento mental es lo que nos mantiene desconectados, la herramienta más poderosa para reconectar es el silencio. La frecuencia divina siempre está presente, pero solo puede ser percibida cuando la mente está ausente. Mientras estamos ocupados analizando, juzgando y preocupándonos, somos incapaces de sentirla.
Estudios del neurocientífico Andrew Newberg han demostrado que, durante la meditación profunda, disminuye drásticamente la actividad cerebral ligada a nuestra noción del “yo”. En esos momentos, la sensación de ser un individuo aislado se disuelve, dando paso a una experiencia de unidad con todo.
Este estado de conciencia pura, conocido como el “vacío absoluto”, es el espacio donde todas las posibilidades existen. Los taoístas lo llaman Wu Wei, un estado de acción sin esfuerzo en perfecta armonía con el universo. En el budismo Zen, un destello de esta percepción directa se conoce como Satori. Es en el silencio entre los pensamientos donde podemos sintonizar sin interferencias con la conciencia universal y experimentar directamente que no somos una gota en el océano, sino el océano entero en una gota.
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Conclusión: La Pregunta No es Dónde Encontrar a Dios, Sino si Estás Listo Para Serlo
Estas cinco ideas convergen en una verdad simple pero transformadora: la divinidad no es algo que se busca, se gana o se adora. Es algo que se recuerda y se experimenta al elevar nuestra propia frecuencia. La búsqueda externa es la gran trampa que nos mantiene creyendo que estamos incompletos.
El secreto que pocos están dispuestos a aceptar es que ya eres aquello que buscas. La única barrera que te separa de esta realización es la ilusión de que hay algo por encontrar. Cuando esa ilusión cae, el juego cambia. No solo comprendes la verdad, sino que te conviertes en ella.
La frecuencia divina siempre ha estado disponible para ti. La única pregunta que queda es: ¿estás listo para sintonizar?