Por Juan Cruz Guido
AGENCIA PACO URONDO dialogó con Guido Mastrantonio, investigador en Salud del CONICET y profesor adjunto de la cátedra de toxicología de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata, sobre los últimos hechos de muertes por cocaína adulterada. “Los equipos de salud respondieron rápido y evitaron una catástrofe aún mayor”, remarcó sobre el trabajo conjunto del sistema sanitario. “Nunca se había visto en nuestro país, una intoxicación que involucrara a tal número de personas en tan poco tiempo”, apuntó.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo se determinan las sustancias que contiene la droga?
Guido Mastrantonio: En este contexto, siempre es importante distinguir qué significa establecer la identidad de la sustancia o de las sustancias en relación al objetivo, es decir, cual es el propósito de esa determinación. En este caso, por ejemplo, no es lo mismo el contexto clínico toxicológico, en donde hubo la necesidad de atender un brote con una cantidad importante de personas que estaban siendo internadas y muchas ya venían con riesgo de muerte o fallecidas, en donde establecer la identidad pasaba por determinar cuál era la estrategia terapéutica más adecuada.
En ese sentido, los equipos de salud respondieron rápido y evitaron una catástrofe aún mayor. Pudieron establecer la existencia de un brote, es decir, identificaron que lo que había era un fenómeno único. Había varias personas afectadas con un cuadro clínico con características comunes, encontrándose una estrategia terapéutica adecuada. En este caso usando un antagonista de opioides, es decir, el fármaco utilizado en el tratamiento antidotito, ya establece una identidad en el marco clínico terapéutico de las sustancias involucradas en el riesgo de muerte.
Otra cosa es establecer una entidad con propósitos policiales en relación a la investigación, que tiene otros tiempos, tiene otras urgencias y tiene distintas características. Es decir, lo que se necesita es otro tipo de información. Y por otro lado está el propósito pericial, que tiene tiempos aún más largos, en donde el nivel de precisión y la profundidad de la información que se necesita es aún mayor. Y por lo tanto en estos tres contextos distintos para el mismo evento y para la misma sustancia o mezcla de sustancia, establecer la identidad tiene un significado diferente. Tiene metodologías diferentes, tiene estrategias diferentes y persigue resultados distintos.
Hoy, resuelto el ámbito clínico toxicológico, se está avanzando en el propósito policial que tiene que ver, con cierta premura, establecer una cadena de sucesos, por ejemplo, el origen, la trazabilidad de la sustancia responsable y una serie de cuestiones de manera de desmontar rápidamente el origen de este evento.
Esos análisis requieren otro tipo de metodología y pueden tardar más. De hecho, está requiriendo más tiempo que lo que es un análisis en el contexto estrictamente sanitario. Debiéramos esperar algún primer resultado en los próximos días.
En una tercera etapa van a estar los estudios que ya van a ser de más largo plazo, que son los que nutrirán el expediente judicial, junto con la información clínica-epidemiológica, con la información policial. Habrá requerimientos a los laboratorios para profundizar en la investigación.
Por ejemplo, establecida la naturaleza específica de la sustancia, cuál fue el opioide que en particular fue responsable de esta situación, interesaría saber el origen de ese opioide, su trazabilidad. Tal vez interese conocer en ese momento, por ejemplo, su pureza y cuál es la naturaleza de las impurezas involucradas. Y eso requiere más tiempo.
APU: ¿Cómo valora en ese sentido la labor del sistema de salud en el primer análisis?
GM: Es importante remarcar la capacidad demostrada tanto por el sistema de salud como por los equipos profesionales, es decir, en muy pocas horas, frente a un evento de un alto riesgo. Eso representado en el número de muertes, en el número total de personas que llegaron a atenderse al sistema de salud superior y la necesidad de coordinación a distintos niveles de los equipos de salud involucrados. La coordinación central seguramente fue un aporte fundamental para primero identificar que se trataba de un evento único, segundo, caracterizarlo, y en tercer lugar, en función de esa caracterización, explorar por vía empírica la mejor estrategia terapéutica. Con eso, establecer una identidad presunta de la sustancia y luego proveer del antídoto para garantizar el abordaje terapéutico de las personas que llegaron a los distintos centros de atención de la de la provincia. Ahí hay una tarea que no es tan evidente a simple vista, pero habla de equipos de salud muy preparados, equipos profesionales y por otro lado, de un nivel de coordinación de varios niveles. Segundo, tercer nivel y central es muy importante.
Entiendo yo que tanto la capacitación de los equipos de salud como el nivel de coordinación, que no es sencillo de lograr, tiene un aporte importante del aprendizaje en pandemia, con la atención que hubo sobre la organización del sistema sanitario en los distintos niveles, para el abordaje de problemas de alcance epidemiológico. De alguna manera, hay herramientas que se han entrenado en este período inmediato anterior que puede explicar en parte la eficacia del funcionamiento del sistema sanitario en este evento.
APU: Muchos profesionales de varias disciplinas involucradas mencionan que es la primera vez que les toca un caso así. ¿Usted cómo lo ve? ¿Lo sorprende?
GM: El fenómeno del consumo de sustancias sintéticas o semisintéticas, que seguramente se trata de eso, para uso recreacional, dentro del ámbito de las drogas ilícitas, es un fenómeno conocido. En general, lo que se observa en nuestros países son eventos que reproducen en nuestro contexto lo que ya se observaba previamente en países centrales. En la Unión Europea o en Estados Unidos tienen problemáticas con mayor profundidad desde hace años, que luego se ven representado en los países de su periferia en la medida que las redes de comercio ilícito van extendiéndose, aumentan las presiones punitivas en esos países, se visibilizan nuevos mercados, etc. Así que como fenómeno no es nuevo. Lo que es nuevo para nuestro país es este evento masivo y agudo. Es decir, nunca se había visto una intoxicación que involucrara a tal número de personas con esta gravedad en un lapso tan corto de tiempo. Pero lo que no es nuevo, y eso surge un poco de prestar atención a todas las dimensiones de este fenómeno, es que hay una situación preexistente que tiene que ver con el consumo de sustancias de uso recreacional, ilícitas e ilícitas, sustancias que tienen riesgo de dar lugar a adicciones, pero cuyo acceso va mucho más allá de aquellas personas con cuadros adictivos. Muy seguramente una proporción importante de las personas que llegaron intoxicadas no sufren adicción, pero son consumidores, tal vez consumidores consuetudinarios, habituales o consumidores no habituales, que accedieron en este caso a una mezcla de sustancias con un riesgo agudo muy, muy alto.
Ahora, estas personas representan también a un número mucho más amplio de personas que seguramente accedieron al consumo de esta sustancia y no llegaron a ser atendidas por sistema de salud. Es decir, de cualquier manera, esto está figurando un fenómeno mucho más amplio que el sólo tráfico de ilícitos o la existencia de la adicción como una problemática de salud. Hay una situación mucho más amplia que está en relación al consumo de sustancias psicoactivas, en este caso ilícitas, que alcanza a un número importante de personas. Es un fenómeno social, comunitario, colectivo. Y me parece que es importante tomar nota de esto, en la medida que permite recalibrar las miradas más punitivas que simplifican el fenómeno como simplemente causadas por la existencia del narcotráfico y la drogadependencia.
Por supuesto que es sorprendente en el sentido de su magnitud, pero no debiera ser sorpresa el encontrarnos con fenómenos que ya se están viendo desde hace un tiempo largo en países centrales, en la medida que las lógicas de abordaje de la problemática del consumo de psicoactivos tienen una lógica fundamentalmente punitiva. Nuestra mirada reproduce mayormente las lógicas punitivas de los países centrales que han demostrado su total fracaso. Entonces lo que no sorprende es que, haciendo lo mismo, finalmente pase lo que ya observamos ocurrió en otros países.