Polifacético, con todas las letras
El 7 de julio de 2011 se registraba el fallecimiento de don Raúl Filgueira, un verdadero símbolo de Berisso que dedicó su vida a la familia, el trabajo, las instituciones, el monte, la literatura y el deporte. La nota que se reproduce a continuación, fue publicada en el Semanario el 14 de septiembre de 2007, tomando como excusa el cumpleaños 90 de quien fuera el primer mandatario del Berisso autónomo.
En la mesa de la cocina descansan los anteojos de leer junto a un block de notas y un libro de Salvador Canes Frau sobre los pueblos originarios. Es el material de consulta de cara a un nuevo trabajo sobre Martín Fierro. Debajo de éste, un cuaderno de espirales donde anota todos sus sueños, algunos premonitorios. Una radio y una canasta con maníes y nueces se entremezclan con otro texto; éste de su autoría.
Raúl Filgueira nació el 14 de septiembre de 1917, en un compuesto de casas que se erigían sobre la calle Resistencia. Primero fue un rancho, de piso de tierra y paredes de barro, que los Filgueira se encargaban de redecorar con engrudo y hojas de diario. Tiempo después, la dimensión del lote permitió la construcción de una casa de madera, donde la familia iba a dormir, dejando la vivienda de limo para cocinar y realizar otros enseres domésticos.
Es el menor de 15 hijos -los dos primeros murieron, deduce Raúl, debido a la corta edad de su mamá al dar a luz- nacidos del matrimonio entre Margarita Solari, mujercita uruguaya hija de italianos y José Filgueira, retoño de un matrimonio de raíces españolas.
El paisaje de su infancia se dibuja entre baldíos de un barrio escasamente poblado, de un Berisso escasamente poblado, yendo a la Escuela Nº 35 (actual Escuela Nº 2) donde cursó sus estudios primarios, llegando hasta el sexto grado. Un hecho no menor para la época.
Tras la muerte de su padre en 1933, Margarita se dispuso a hablar con uno de los Jefes del Frigorífico Swift, donde José trabajaba en la sección de grasería, para que el joven Raúl pudiera ingresar a la fábrica. Al año siguiente “me tomaron como mensajero, así que andaba repartiendo correspondencia por todo el frigorífico”, recuerda.
Primer Comisionado
El crecimiento de la población y el desarrollo de las fábricas fueron sembrando en la población la idea de una ciudad autónoma.
La Asociación Amigos de Berisso convocó el 31 de julio de 1956 a la población a conformar la Comisión Pro Autonomía Municipal llamando a las entidades intermedias para poder impulsar la iniciativa emancipatoria.
La primera de las reuniones tuvo lugar en el local del Centro Comercial e Industrial y Bienes Raíces de Berisso, que funcionaba en el piso superior del edificio del ex Cine Progreso, ubicado en Montevideo y Génova y continuaron alternándose entre las diversas instituciones.
En este proceso surgido de las inquietudes populares, Raúl Filgueira adhirió a la propuesta, brindando algunas de las charlas que tenían lugar durante las asambleas.
“Aporté haciendo campaña con la gente que estaba medio reacia a la idea. Había quienes pensaban que, económicamente, Berisso no estaba en condiciones de encarar una autonomía. A través de los números demostré que se podía lograr”, describe Raúl.
Llegada la Independencia el 3 de abril de 1957, a través del Decreto Ley Nº 4656, el gobierno provincial solicita a la asamblea de vecinos, postulen a tres candidatos para que asuman como Comisionado.
“Ahí me propusieron junto a Luis “Lulo” De Santis y Rafael Ferrer. Yo me enteré después de la designación”, recuerda Filgueira, quien fue puesto en funciones el 22 de julio de ese año.
Durante los 9 meses en el mandato, Filgueira enfrentó varios desafíos. “Hubo que organizar en 5 meses todo. El gobierno nos dio mucha plata y se fueron reordenando algunos aspectos de la comunidad” rememora.
Para llevar adelante su trabajo, como empleado del frigorífico, Filgueira convocó a dos compañeros; Roberto Delgado y Esteban Dujmovich, y designó a diversos funcionarios que tras su retirada del gobierno siguieron en funciones debido a su capacidad.
“Puse a mi hermano como Inspector de Carne, porque él había sido desempeñado ese rol en la Veterinaria del frigorífico Swift. Conformamos un plantel que trabajó con mucho entusiasmo. La gente se quedaba después de hora”, evoca.
Por entonces, el equipo municipal, alcanzaba un número de 125 personas. Según las directivas emanadas del reglamento enviado para poner en marcha el nuevo municipio, el presupuesto no podía exceder el 20% en salarios del personal. El resto debía ser invertido en obras y servicios. Y así fue. Cuando Filgueira se retiró de la función, dando paso al primer intendente electo, Edgar Aschieri, no había deuda alguna.
Adoquines para Berisso
Una mañana, Don Juan, integrante del equipo municipal llega con la noticia que en Villa Argüello habían encontrado un valioso tesoro: adoquines que la Dirección de Vialidad había depositado tras levantar un empedrado en la ciudad de La Plata. Fue entonces que comenzó el traslado. Camiones repletos mudaban los adoquines con el objetivo de crear en Berisso “pasos de piedra” describe Filgueira.
Días más tarde, la secretaria del Comisionado le anuncia la visita del Director de Vialidad. “Yo dije Ñácate!”, cuenta.
“Me he enterado que nos están sacando los adoquines. Esos adoquines son nuestros y los tenemos destinados para otro lugar”, le espetó el funcionario. “¿Pero quién saca adoquines?”, interrogó con aire ingenuo Filgueira. La respuesta no se hizo esperar. “Su gente”, sentenció el Director Provincial.
Paso seguido, Raúl convocó a Don Juan, quien admitió haber retirado algunas de las piedras. Tras la directiva de cesar en el accionar y, cuando el Director de Vialidad había traspasado la puerta, Raúl volvió a impartir una nueva orden a Don Juan: “saquen los adoquines de noche”.
De vuelta a la fábrica
Tras su paso por el gobierno local, Raúl volvió al frigorífico. “Cuando nos reincorporaron, Dujmovich, Delgado y yo fuimos ascendidos, pero fue un momento complicado, porque eran tiempos de huelga y yo era gremialista; cuando había huelga, no quería trabajar, porque me sentía mal”.
Al mes de volver al Swift, se declara una huelga. Siguiendo sus principios morales, Filgueira no se presenta a trabajar. Al regresar es convocado por el responsable del sector que le cuestiona la medida. “Era un búlgaro bravo que había venido de Rosario. Cuando me convoca me dice: acuérdese que usted está trabajando para la empresa, es un hombre de la empresa y no puede dejar de venir a trabajar”.
Ante una nueva medida de protesta, Filgueira vuelve a la huelga y el búlgaro vuelve a cuestionar su comportamiento. “Yo no voy a venir a trabajar cuando hay huelga”, le responde seguro, diciéndole que lo único que desea es trabajar. “El tipo me mira y me dice: créame que lo admiro por sus principios, pero yo no lo puedo tener acá”, revela.
Es así que llega el trasladado a la Sección de Embarque, donde se pesaba y controlaba la calidad la carne que salía para los barcos. “De la puerta de la fábrica salían unas carpas para la carne y venía un frío terrible”, rememora poniendo el acento en que por esos días llegaron también los primeros síntomas del reuma.
La llegada de Marcos Korn, Jefe Divisional de la Sección de Conserva, y compañero de básquet, hizo que su suerte cambiara.
“¿Querés venir a trabajar conmigo?”, interrogó. Y la respuesta no se hizo esperar. El siguiente destino fue tachería. Raúl era el encargado de llevar los controles de mercadería del Departamento. “Tenía que verificar el estaño, porque cada latita tenía tantos gramos de estaño y tanta ojalata”.
Los años transcurrieron viéndolo desfilar también por áreas como cajonería, tripería, tonelería, etiquetada y playa de novillo.
Guardapolvos blancos y literatura
Las horas de descanso en el comedor del frigorífico impulsaron a Raúl a la escritura. Solía hacer versos en broma recreando situaciones cotidianas. Esteban Peikovich, Federico Carranza, Carlos Fiora e Ismael Calvo Perotti conformaron el grupo de intelectuales y artistas que desafiaron al poeta a dar un giro a su escritura. Calvo Perotti, le propuso comenzar a escribir dejando el costado socarrón. Así Raúl muestra a sus compañeros uno de sus cuentos, “La Calesita”. Sería el primer paso de su larga carrera como escritor.
Pero su trabajo sale a la luz, por primera vez, tiempo después en el periódico platense “El Argentino” donde se publica “Canto a Berisso” en el marco de un nuevo aniversario de la ciudad. “Iba en el ómnibus camino a Los Talas, a La Balandra y alguien me dice: salió un poema tuyo acá en el diario. ¡Qué linda sensación cuando a uno le exponen sus trabajos!”, vuelve a emocionarse. Meses después, el responsable del diario, lo convoca para que presente el resto de sus obras. Tras una selección de los textos, se publica “Desde Berisso Canto”.
Le siguieron “Los batracios de fuego”, “Desde Berisso Cuento”, “Cuando los Bikáteros descendieron en La Balandra”, “Berisso: datos históricos y otros”, “Música y musicantes” y “Liga Berissense de Fútbol” (junto a Jacinto Jon). Actualmente, Raúl trabaja en “La otra orilla” obra que, en breve, se expondrá en los escaparates de la región.
La despedida
Corría el año 1964 cuando Raúl decide abandonar su trabajo en el Swift. La decisión llega tras la propuesta de Raúl Maggi de plegarse al trabajo que venían realizando en la Cooperativa de Crédito que Raúl había ayudado a fundar, llegando a ocupar incluso el cargo de Presidente.
La Cooperativa fue ideada por Don José Gutiérrez, que por entonces presidía el Consejo de la Comunidad, un organismo que trabajaba para la intendencia llevando las inquietudes de los vecinos al Concejo Deliberante. “En ese ínterin se le ocurrió crear una cooperativa de crédito. En sus principios tuvimos problemas porque ya había una cooperativa israelita que tenía el mismo nombre: Cooperativa de Ahorro y Crédito de Berisso. Teníamos el mismo nombre así que hubo que cambiarlo por el de Cooperativa de Crédito de Berisso”, detalla.
Pese a la resistencia de algunos comerciantes para trabajar con letra de cambio, la Cooperativa tomó vuelo en poco tiempo, llegando a tener 42 mil socios en La Plata, Berisso y Ensenada. “Nos visitaron de la Organización de Estados Americanos tres o cuatro veces para ver cómo funcionaba el sistema”, asegura Raúl. Su alejamiento de la Cooperativa llegó, a raíz de algunas diferencias, en 1973, cuando los obligaron a constituirse en Banco por otorgar dos créditos sin respaldo. Uno correspondió a “La Bernalesa” que estaba quebrada y otro a un particular que tomó el préstamo y huyó del país. Pese a las diversas gestiones realizadas ante el poder político, llegó la orden para que la Cooperativa dejara de ser tal. “Se terminó ahí. La política capitalista tienden a destruir este tipo de instituciones”, analiza.
Su paso al costado lo sumergió en el trabajo en el monte que tanto le gustaba, cortando leña para la venta. A esta tarea dedicó una década de su vida. Sin causa alguna, quizá “por pedido del propio cuerpo”, analiza, dejó el monte y se dedicó a la familia y a la escritura.
Milicia y Amor
En su juventud, Raúl fue convocado para realizar el Servicio Militar en el Regimiento Nº 7 de la ciudad de La Plata.
Previo a salir de franco, los conscriptos eran revisados para verificar que cumplieran con todas las normas que hacen al buen vestir. Eran inspeccionados de pies a cabeza, observando cada detalle de la vestimenta. Ese día, Raúl, no pasó la prueba. Un pequeño orificio en su guante lo dejó castigado por tres días.
Al llegar a la celda de castigo, se encontró con Miguel Ignomiriello, quien sería el Director Técnico que en 1967 consagró a Estudiantes de La Plata como primer campeón de la historia del torneo Metropolitano.
“Era un gordo atorrante”, recuerda. Ignomiello confesó a Filgueira que podía huir saltando por la pared. Tomó la escalera y la sostuvo mientras Raúl obtenía la libertad. A paso lento fue verificando que no hubiera centinelas. A medida que se alejaba, aceleraba el caminar para tomar el tranvía que lo dejaría a metros del Club Barrio Unido que funcionaba en la calle Comercio, donde se celebraban los bailes.
Fue esa noche que conoció a Ana Kotik, quien se convertiría en su mujer tras cinco años de noviazgo. La descendencia llegó con Roberto Raúl y Cristina Dora, sus dos hijos, y continúo con seis nietos y cuatro bisnietos.
Deportes
La vida de Raúl estuvo ligada siempre al mundo del deporte.
Fue secretario del Club Swift, que se fundó en 1943, y jugó al básquet, al fútbol e incursionó también en la natación.
“En el club se hacían lindas cosas. Contaba con dos canchas de básquet, una de patín que se usaba para baile, una de tenis, dos de bochas y una de pelota paleta. Se hizo con 50 centavos por socio y la ayuda del frigorífico que ponía plata. La cancha de fútbol que daba a Punta Arenas la habíamos hecho nosotros. Yo fui el capataz y también supervisé la pista de atletismo. Cuando la guerra, se quemaba mucho grano y se formaban cascotes. Eso se colaba, se ponía abajo, y arriba se le ponía la carbonilla colada. Era reglamentaria y era una de las más veloces, era muy elástica.
También habíamos hecho una pileta flotante de madera en el río, con tambores. Tenía su baranda por los cuatro costados y un trampolín”.
En el marco de un torneo de natación, Raúl, no dudó en anotarse atraído por las particularidades de la competencia. “Era muy especial, porque estaba la plataforma a unos 50 metros y tenías que nadar, subir a la plataforma y desatar un paquete y usar o ponerte lo que estaba envuelto. A algunos les tocaba calzones de mujer. A mí me tocó inflar un globo. Todos terminaban con la prenda, pero yo trababa de inflar el globo y no podía. Terminé pegándole un mordiscón al globo. Me descalificaron. Gané pero me descalificaron”, recuerda y ríe.
Entre el básquet y el fútbol
Dada su contextura -medía cerca de 1.83 mts- Enrique Fontán lo convoca para integrar el plantel de básquet.
“Empecé y me gustó”, recuerda y repasa sus victorias. “Salimos campeones con los novicios y antes de que terminara la temporada me anuncian que jugaría en la segunda división. Cuando terminó el torneo me incorporan al equipo de primera división, junto con el Chelo Espósito, que había sido seleccionado para el equipo argentino”.
Sus prácticas deportivas se alternaban por temporadas entre el básquet y el fútbol. En este último deporte, Filgueira se lució en Estrella de Berisso, Pettirossi, La Estancia, que lo consagró dos veces campeón, Villa San Carlos y la Liga Berissense de Fútbol.
Recetas
Raúl atribuye su vida prolongada a una vida sumamente sana y ordenada. “De chico andábamos en patas. Andábamos descalzos, íbamos al bañadero, al fútbol y a nadar. El trabajar, a veces hasta los domingos desde las 6 de la mañana, también colaboró para que el cuerpo se hiciera fuerte”.
Si sucediera el fenómeno de poder volver a vivir la vida, “ni en curda viviría lo mismo” describe. “Aprovecharía las oportunidades que la vida me puso en la mano y no las aproveché. Me refiero al plano económico, literario y artístico. Pero a veces se trata de elegir y siempre elegí a mi familia” finaliza.
Fuente: El mundo de Berisso