Las experiencias emocionales de la infancia no solo dejan huellas psicológicas, sino que también se manifiestan en el cuerpo. Diversos enfoques terapéuticos, como la psicología somática, la bioneuroemoción y las teorías de Lise Bourbeau (autora de Las cinco heridas que impiden ser uno mismo), sostienen que las heridas emocionales no resueltas pueden influir en la postura, el peso y hasta la forma de caminar. Reconocer estas marcas es el primer paso para transformarlas.

1. Herida de Humillación

Manifestación corporal:

  • Postura encorvada, espalda jorobada.

  • Hombros caídos y cabeza inclinada hacia abajo.

  • Glúteos contraídos (como si se quisiera “esconder”).

Fundamento psicológico:
Esta herida surge cuando el niño fue criticado, ridiculizado o sometido a situaciones vergonzosas. Según la teoría del apego, estas experiencias generan una voz interna que dice “no merezco” o “soy defectuoso”, llevando a una postura de contracción física y emocional.

Cómo sanarla:

  • Autocompasión y reparentalización (técnica de terapia interna familiar).

  • Ejercicios de expansión corporal (yoga, danza).

  • Afirmaciones que contrarresten la vergüenza (“Ocupo mi lugar con dignidad”).


2. Herida de Abandono

Manifestación corporal:

  • Sobrepeso sin causa médica (especialmente en abdomen y muslos).

  • Dificultad para perder peso, aun con dieta y ejercicio.

Fundamento psicológico:
Relacionada con carencias afectivas en la infancia, esta herida activa un vacío emocional que se intenta llenar con comida (según la teoría del eating emocional). El cuerpo, simbólicamente, “se expande” para compensar la falta de protección.

Cómo sanarla:

  • Trabajar el apego seguro (terapia basada en el modelo de John Bowlby).

  • Mindfulness para distinguir hambre física de emocional.

  • Construir redes de apoyo afectivo.


3. Herida de Injusticia

Manifestación corporal:

  • Cuerpo rígido (ni muy delgado ni con sobrepeso).

  • Postura militarizada, movimientos controlados.

Fundamento psicológico:
Surge en entornos hiperexigentes, donde el niño aprendió que “el amor es condicional”. La rigidez corporal refleja un intento de controlar lo incontrolable, según la psicoterapia corporal de Wilhelm Reich.

Cómo sanarla:

  • Ejercicios de soltar el control (improvisación, biodanza).

  • Terapia para sanar el perfeccionismo.


4. Herida de Traición

Manifestación corporal:

  • Hombres: Espalda ancha y musculosa (como “escudo”).

  • Mujeres: Caderas prominentes (simbólica protección).

Fundamento psicológico:
Relacionada con figuras que fallaron en su cuidado (padres inconsistentes). El cuerpo se fortalece para no depender de nadie, según la psicología del trauma.

Cómo sanarla:

  • Trabajar la vulnerabilidad (basado en Brené Brown).

  • Reestructurar creencias como “confiar es peligroso”.


5. Herida de Rechazo

Manifestación corporal:

  • Cuerpo pequeño o postura de “encogerse”.

  • Dificultad para hacer contacto visual.

Fundamento psicológico:
Vinculada al sentimiento de no pertenencia, esta herida activa mecanismos de fuga (como la disociación). Estudios en neurociencia afectiva muestran que el rechazo activa las mismas zonas cerebrales que el dolor físico.

Cómo sanarla:

  • Integración somática (ejercicios de grounding).

  • Terapia para reconstruir la identidad.


Conclusión

Estas heridas no son condenas, sino llamados a sanar. Como propone Bessel van der Kolk en El cuerpo lleva la cuenta, el trauma se almacena en los tejidos, y liberarlo requiere un enfoque cuerpo-mente. La sanación empieza cuando nos observamos con compasión y elegimos romper patrones.

“El cuerpo no miente: lo que callamos, él lo grita con síntomas” (Alice Miller).

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