Antes del desarrollo de la infraestructura vial moderna y la masificación del transporte automotor, el acceso al Balneario Palo Blanco estaba marcado por una particularidad histórica: el uso de un medio de transporte hoy desaparecido, conocido coloquialmente como la “zorrita”. Esta rudimentaria plataforma ferroviaria, precursora de los sistemas de movilidad en la región, se erigió como un símbolo de una época caracterizada por soluciones pragmáticas y una estrecha relación entre comunidad y territorio.

Orígenes y contexto histórico

En las primeras décadas del siglo XX, ante la precariedad de los caminos costeros, se adaptaron las vías del tranvía —originalmente destinadas al transporte de carga o mantenimiento— para facilitar el traslado de habitantes y visitantes hacia Palo Blanco. La “zorrita” consistía en una plataforma abierta o vagón improvisado, cuyo diseño reflejaba las limitaciones técnicas y materiales de la época.

Evolución técnica y funcionamiento

A diferencia de los vehículos contemporáneos, la “zorrita” carecía de sistemas de propulsión avanzados. En sus inicios, dependía de tracción animal o humana, siendo impulsada manualmente o mediante el uso de caballos. Posteriormente, gracias al ingenio local, se incorporaron motores primitivos que optimizaron su eficiencia, reduciendo la duración del trayecto entre el centro de Berisso y la ribera del Río de la Plata.

La experiencia del viaje: dimensión social y cultural

Más allá de su función utilitaria, la “zorrita” representaba un ritual colectivo. Los pasajeros, dispuestos en su estructura mínima, recorían lentamente el monte ribereño, un paisaje entonces dominado por vegetación autóctona. Este viaje, impregnado por la brisa fluvial y los aromas del entorno, constituía un prólogo al descanso estival, fusionando lo funcional con lo sensorial.

Declive y legado histórico

El progresivo mejoramiento de la red vial y la introducción de autobuses y automóviles relegaron a la “zorrita” al olvido, relegándola a un plano nostálgico. No obstante, su figura persiste en la memoria oral de los berissenses como testimonio de una era de innovaciones locales y temporalidades más pausadas.

En la actualidad, aunque las huellas materiales de la “zorrita” han desaparecido, su relato perdura como parte del patrimonio inmaterial de Berisso. Este episodio histórico no solo ilustra la capacidad adaptativa de la comunidad, sino también el vínculo ancestral entre sus habitantes y el espacio costero. Así, la “zorrita” trasciende su condición de medio de transporte para convertirse en un símbolo de identidad y resiliencia, preservado a través de la tradición oral y el imaginario colectivo.

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