Testimonios revelan su obsesión por controlar a las mujeres, humillar a los pobres y espiar a jóvenes. ¿Por qué lo toleró la sociedad de la época?
Introducción
En el Berisso de los años 50, donde la Iglesia Católica era un pilar social, el Padre Florencio Chocarro —un sacerdote vasco de Cintruénigo (Navarra)— se convirtió en una figura temida y odiada. Rigorista, clasista y obsesionado con el control del cuerpo femenino, su legado sigue vivo en la memoria de quienes lo sufrieron. Esta es su historia, reconstruida a través de decenas de testimonios que lo pintan como un caso extremo del autoritarismo clerical de la época.
1. El “terror” de las novias y feligresas
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Escotes tapados con telas de ataúd: Si una novia osaba usar un vestido “atrevido”, Chocarro la cubría con una tela negra de responso —como las usadas en funerales—, arruinando las fotos del gran día.
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Manguitos grises para los brazos descubiertos: Quienes iban a misa con mangas cortas debían ponerse unos horribles manguitos prestados por la parroquia.
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Espionaje y denuncias: Los domingos al atardecer, se escondía cerca de la ferretería Sardini (Montevideo y Callao) para vigilar cómo vestían las jóvenes. Al día siguiente, las reprendía en la escuela de monjas.
2. La Iglesia de los ricos vs. los pobres
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Alfombra roja solo para quienes pagaban: En los casamientos, si una pareja no podía costear la alfombra, él la retiraba ante todos, marcando una diferencia cruel entre feligreses.
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Miseria disfrazada de moral: Mientras predicaba humildad, su trato a los pobres era despectivo.
3. ¿Era un “viejo verde”? La doble moral
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Confesiones incómodas: Tironeaba mentones y papadas durante los sacramentos, según relatos.
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Obsesión con la pureza: Su fijación con el vestuario femenino —incluso de niñas— hace preguntarse si tras su rigidez había una sexualidad reprimida y malsana.
4. ¿Por qué nadie lo detuvo?
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Contexto histórico: En la Argentina de Perón y la posguerra, desafiar a un cura era impensado. Además, Berisso no tenía muchas parroquias alternativas.
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El contraste: Mientras Chocarro aterrorizaba, otros curas como el Padre Podestá (de la humilde parroquia San Francisco) eran recordados por su humanidad.
5. Su legado: ¿Qué nos deja esta historia?
Chocarro no fue un “cura estricto”: fue un hombre abusivo que usó el púlpito para ejercer poder. Su caso refleja un problema más grande: la impunidad del clericalismo autoritario, algo que hoy la Iglesia intenta —a medias— corregir.
¿Usted o su familia recuerdan al Padre Chocarro? ¿Tienen anécdotas para compartir? Invitamos a nuestros lectores a sumar sus voces a esta reconstrucción colectiva.
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