de la Era del Grotesco por Cristian D. Adriani

El impacto de este ecosistema también se hace sentir con fuerza en el campo educativo. La escuela —históricamente concebida como un espacio de transmisión de saberes, construcción de sentido y formación ciudadana— se ve desbordada por dinámicas sociales que escapan a su control. Muchos estudiantes llegan al aula con formas de atención fragmentadas, dificultades para la lectura prolongada, escaso desarrollo del pensamiento crítico y una exposición constante a modelos de éxito fugaz o banalidad mediática.

Además, la figura del docente ha sido desplazada de su rol tradicional como mediador del conocimiento. En un contexto donde “todo está en internet” y donde la autoridad es permanentemente cuestionada, se hace cada vez más difícil sostener procesos pedagógicos profundos y significativos. A esto se suma una creciente desigualdad digital: mientras algunos acceden a recursos educativos de alta calidad, otros quedan atrapados en los márgenes de la conectividad o el consumo acrítico de contenidos.

Desde el punto de vista cultural, la crisis es aún más compleja. La producción simbólica —que históricamente ofrecía relatos, mitos, canciones, libros, rituales, humor e imágenes para pensar la vida en común— se encuentra colonizada por algoritmos que priorizan la viralidad, la novedad o la repetición sin profundidad. La cultura como experiencia colectiva ha sido reemplazada, en muchos casos, por un entretenimiento solitario, acelerado y funcional a la lógica del mercado. La pérdida del “nosotros” se expresa tanto en la atomización como en el desencanto.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Previous post Política del algoritmo: fragmentación, emocionalismo y vacío ideológico
Next post El Kybalión: Una Exploración Académica de las Enseñanzas Herméticas
WP Radio
WP Radio
OFFLINE LIVE