16 de junio de 1955 “Los asesinos exigían sangre, el General del Pueblo pedía serenidad”

Discurso del General Juan Domingo Perón la noche del 16 de junio de 1955, tras el bombardeo a Plaza de Mayo

Desde el puesto de Comando, el General Perón se dirige a la Nación:

“Compatriotas, les hablo en este momento crucial desde nuestro puesto de Comando, ubicado estratégicamente fuera de la Casa de Gobierno. Todos los ataques dirigidos contra la sede presidencial han caído sobre un lugar indefenso, cobrando vidas inocentes de ciudadanos argentinos, víctimas de las bombas cobardes lanzadas por los sediciosos.

La situación está completamente controlada. El Ministerio de Marina, centro neurálgico de la insurrección, ha sido rendido, ocupado por nuestras fuerzas leales, y los responsables de esta infamia ya se encuentran detenidos.

Un Ejército heroico, una Marina traidora

Mis primeras palabras son para enaltecer el valor y la disciplina del Ejército Argentino, cuyos hombres —desde el soldado más humilde hasta el oficial de más alto rango— han cumplido con honor su deber. Ningún cabo, ningún soldado ha flaqueado. Los jefes y oficiales han dado muestra de coraje y lealtad inquebrantables.

Sin embargo, no puedo decir lo mismo de la Marina de Guerra. Sus acciones han sembrado muerte y dolor en nuestro suelo, y lo más repudiable es que han descargado su furia no contra nosotros, los soldados obligados a defender la Patria, sino contra el Pueblo trabajador que hoy llenaba las calles de Buenos Aires. El tiempo pasará, pero la historia jamás absolverá este crimen contra la humanidad.

El llamado a la paz y a la justicia

Ahora, cuando los últimos aviones insurrectos huyen cobardemente y la artillería antiaérea persigue sus sombras, queda solo liquidar algunos focos residuales de resistencia. Como Presidente de la República, les pido con el corazón en la mano: ¡serenidad!

Somos un Pueblo civilizado. No actuaremos movidos por la ira, sino por la razón. Los muertos y heridos no volverán, pero no caeremos en la barbarie que hoy ensangrentó nuestra tierra. Compañeros trabajadores: contengan su indignación como yo contengo la mía. No permitamos que nuestra respuesta manche aún más este día. La victoria ya es nuestra; no la empañemos con actos de venganza.

El Ejército ha estado a la altura de su tradición. El Ministro del Ejército —un hombre de honor que conozco desde su juventud— ha dirigido personalmente la defensa. Generales, jefes, suboficiales y soldados han escrito una página gloriosa. Hoy sellamos para siempre la unión indestructible entre el Pueblo y sus fuerzas armadas. Los que dispararon contra el Pueblo no son soldados: son traidores y cobardes.

Justicia, no linchamiento

La ley caerá sobre los culpables con todo su rigor. No habrá clemencia para quienes asesinaron a sus hermanos. Pero es la justicia institucional —no la turba— la que debe actuar. Confíen en mi palabra de soldado y gobernante: los culpables pagarán su crimen.

A los pocos insurrectos que aún resisten: depongan las armas de inmediato. De lo contrario, serán aniquilados sin piedad. Pero a ustedes, Pueblo mío, les repito: vuelvan a sus hogares. No derramemos una sola gota más de sangre.

Esta noche quedará como una mancha imborrable en la historia de quienes traicionaron a la Patria. Pero también será recordada por la grandeza de un Pueblo que, incluso en la tragedia, supo mantener su dignidad.

Buenas noches, Argentina. Que la paz regrese a nuestros corazones y que la justicia ilumine nuestro camino.”


Contexto ampliado:
El 16 de junio de 1955, aviones de la Marina y sectores antiperonistas bombardearon Plaza de Mayo en un intento de golpe de Estado. El ataque —que dejó más de 300 muertos y 700 heridos, principalmente civiles— fue el primer bombardeo aéreo sobre una capital en tiempos de paz. Perón, en un discurso que combinó firmeza y apelación a la legalidad, evitó una masacre mayor al contener la ira popular. Tres meses después, sería derrocado por la Revolución Libertadora. Este discurso refleja su estrategia de presentarse como garante del orden frente a la “sedición oligárquica”, consolidando el mito del líder que privilegió la paz sobre la represión.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

WP Radio
WP Radio
OFFLINE LIVE