Cuando en 1928 el escocés Alexander Fleming descubría la penicilina, se abría una nueva era para la medicina que parecía haber conjurado para siempre el fantasma de las enfermedades bacterianas. Sin embargo en 1945, al recibir el Nobel, el propio Fleming ya advertía de que un uso excesivo de los antibióticos podía favorecer la proliferación de microbios resistentes, insensibles a la acción de estos fármacos.

Algo más de medio siglo después, la predicción se ha convertido en una preocupante realidad: según un estudio británico de 2014, las infecciones resistentes a los antibióticos hoy causan 700.000 muertes al año, una cifra que podría escalar hasta los 10 millones a mediados de este siglo. Las responsables de esta amenaza suelen ser cepas de especies bacterianas relativamente comunes que desarrollan resistencia a múltiples antibióticos y que popularmente se conocen como superbacterias. Repasamos aquí algunas de las más peligrosas.

MRSA

Microfotografía electrónica de barrido de Staphylococcus aureus resistente a meticilina y un neutrófilo humano muerto. Crédito: NIAID

La bacteria Staphylococcus aureus resistente a meticilina (MRSA, por sus siglas en inglés) fue una de las primeras superbacterias en ser reconocida, detectada por primera vez a comienzos de los años 60 en Reino Unido. La meticilina se utilizaba entonces para tratar infecciones resistentes, y bajo el nombre de MRSA comenzaron a englobarse diversas cepas de S. aureus —una bacteria frecuente en la flora microbiana del ser humano y que normalmente solo causa infecciones menores— que no respondían a varios antibióticos betalactámicos, los más utilizados. Los MRSA se han convertido desde entonces en una fuente habitual de graves infecciones hospitalarias, estando presentes también con gran frecuencia en la población general.

Clostridium difficile

Micrografía de la bacteria Clostridium difficile. Crédito: CDC / Dr. Gilda Jones

Un caso particular en esta lista es Clostridium difficile. Mientras que la mayoría de las superbacterias son variantes que han adquirido resistencia a antibióticos, en este caso se trata de una especie que hace honor a su nombre por la dificultad de su tratamiento y erradicación. C. difficile está presente en la flora intestinal de un pequeño porcentaje de la población. Habitualmente no causa problemas, pero los tratamientos con antibióticos pueden favorecer su proliferación al eliminar a sus competidores más débiles. En estos casos puede originar graves diarreas, daños intestinales y sepsis, sobre todo en personas ancianas. La bacteria se transmite por contaminación fecal gracias a sus esporas, que son resistentes a la desinfección con alcohol.

Bacterias resistentes a carbapenemas

Micrografía electrónica de barrido coloreada que muestra Klebsiella pneumoniae resistente a carbapenémicos que interactúa con un neutrófilo humano. Crédito: NIAID

En 2017 la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un documento en el que enumeraba las superbacterias contra las cuales es más urgente desarrollar nuevos antibióticos. La categoría designada como de prioridad crítica reunía tres grupos de especies diferentes entre sí, pero con dos rasgos comunes. Primero, la Acinetobacter baumannii, la Pseudomonas aeruginosa y la familia de las Enterobacteriaceae son todas ellas bacterias Gram-negativas, llamadas así por la presencia de una doble membrana celular que no se colorea con la llamada tinción de Gram y que dificulta la acción de los antibióticos. En segundo lugar, estos tres grupos incluyen variantes resistentes a los carbapenemas, un tipo de potentes antibióticos que suelen reservarse como último recurso cuando todos los demás han fallado. El pasado abril, el Centro para el Control de Enfermedades de EEUU (CDC) informaba de la detección en aquel país en 2017 de más de 200 cepas de estos microbios que el propio organismo califica como “bacterias de pesadilla”. Recientemente se ha descrito una cepa resistente a carbapenemas de la bacteria Klebsiella pneumoniae que también resiste la colistina, un antibiótico que se emplea solo en casos desesperados por su toxicidad para el riñón.

VRE

Micrografía electrónica de barrido de enterococos resistentes a la vancomicina. Crédito: Janice Haney Carr

Los enterococos como Enterococcus faecium son otro ejemplo de bacterias que conviven con nosotros como parte de nuestra flora digestiva normal sin causarnos daño, pero que en ocasiones pueden invadir el torrente sanguíneo y colonizar otros tejidos, provocando infecciones graves. En los años 80 se detectaron las primeras cepas resistentes a la vancomicina (VRE, siglas en inglés de enterococos resistentes a vancomicina), un antibiótico que se administra por vía intravenosa para combatir infecciones complicadas como las causadas por MRSA. Los VRE figuran en la categoría de prioridad alta de cara al desarrollo de nuevos antibióticos en la lista de la OMS. Un estudio reciente en Australia ha descubierto que numerosas cepas circulantes de VRE están adquiriendo también resistencia al alcohol utilizado en los desinfectantes de manos que se emplean en los hospitales.

Gonorrea resistente

Micrografía electrónica de barrido coloreada de la bacteria Neisseria gonorrhoeae, que causa gonorrea. Crédito: NIAID

La gonorrea, enfermedad de transmisión sexual causada por la bacteria Neisseria gonorrhoeae, se ha tratado eficazmente con antibióticos durante décadas, pero de forma reciente están surgiendo cepas resistentes de difícil tratamiento, lo que ha llevado a la OMS a situarla en la categoría de prioridad alta. Uno de los últimos casos se describió el pasado mayo en Reino Unido, un hombre que había contraído la enfermedad en el sureste de Asia y que no respondía al tratamiento con ninguno de los antibióticos comunes. Finalmente se logró su curación tras tres días de administración intravenosa de ertapenema, un antibiótico de último recurso del grupo de los carbapenemas.

Tuberculosis resistente

La bacteria Mycobacterium tuberculosis. Crédito: Janice Haney Carr, Dr. Ray Butler, USCDCP

Curiosamente la lista de superbacterias de la OMS omitía la tuberculosis, una enfermedad que en los países desarrollados suele asociarse a tiempos pasados, pero que este organismo enumera como una de las 10 mayores causas actuales de muerte en el mundo, con más de 10 millones de casos y 1,7 millones de muertes en 2016. La razón de esta omisión no es la falta de preocupación por esta infección, sino todo lo contrario: ya había sido designada previamente como la máxima prioridad en la búsqueda de nuevos antibióticos. Las cepas multirresistentes a antibióticos de la bacteria Mycobacterium tuberculosis (MDR-TB, por sus siglas en inglés) son hoy una amenaza a la salud global que en 2016 afectó a medio millón de personas, sobre todo en India, China y Rusia. La enfermedad es especialmente grave en los pacientes con sus defensas debilitadas, como los portadores del virus de inmunodeficiencia humana (VIH).

 

Staphylococcus epidermidis multirresistente

Micrografía electrónica de barrido de dos bacterias estafilococos epidermidis. Crédito: Janice Haney Carr, Dr. Ray Butler, USCDCP

Una de las últimas superbacterias aparecidas hasta la fecha en la literatura científica es otra especie de estafilococo, S. epidermidis, también un habitante común de la piel humana sana. En septiembre de 2018, un estudio dirigido por la Universidad de Melbourne (Australia) ha descrito tres cepas de esta bacteria que evaden la acción de los fármacos más habituales, pero que también muestran una creciente resistencia a antibióticos de último recurso como la vancomicina. Los investigadores han localizado estas variantes en muestras procedentes de 24 países, lo que invita a pronosticar que en años venideros este estafilococo podría llegar a convertirse en un enemigo aún más peligroso que su pariente el MRSA.

 

 

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